A menudo cumplen con maestría su rol de ciudadanía ejemplarizante, o al menos, complaciente con el entorno.
A menudo son finos, o menos finos, pero planean endulzados como si sus vidas girasen sobre una poltrona de alabanzas.
A menudo son fieles canónicos de doctrinas piadosas,
Pero bastante más a menudo,
Son réplicas absurdas de animales que aún en sus peores versiones, no alimentan ni por asomo las más aberrantes condiciones de su mal llamada humanidad.
Son teloneros y absolutos protagonistas de un irreverente docudrama, cuyo principal escenario siempre cubre sus felonías.
Son la imagen destructiva de generaciones que una tras otra, depositan en sus inercias el gen maldito de la aniquilación.
En fin, como breve recapitulación de ideas, podría prescindir de muchas cosas en mi vida, de muchas más de la que nombramos tan a diario, pero sólo desearía acuñar en mi cerebro la única condición de hombre imperfecto que me adjudico,
Decidir que mi vida se rija por mi sentido común y no por la necedad de mi intolerancia.
Ojala algún día estas palabras sólo sean el fruto de una irreflexiva noche de delirios y malas interpretaciones de un pesimista recalcitrante… ojala.
Publicado en www.escritoresatlantis.com
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