Comenzamos el año bastante compungidos. Al cierre de la mítica barcelonesa
Llibreria Catalònia (más de 88 años después de su inauguración, después de haber superado una Guerra Civil, un devastador incendio y hasta un conflicto inmobiliario) le sigue el anuncio de la
supresión de la sección de Cultura de la agencia privada de noticias
Europa Press. Tal y como
ha informado la Asociación de Prensa de Madrid (APM), la reducción de ingresos de los últimos trimestres es el motivo que ha llevado a la empresa a
despedir a las tres únicas periodistas que conformaban el equipo de Madrid: su
redactora jefe (en la empresa desde 1986), la única
redactora de la sección de Cultura (trabajadora desde 1999) y a otra
redactora de contenidos en Internet (con cuatro años de antigüedad). Así, serán los periodistas de la sección de Sociedad los que, a partir de ahora, se hagan cargo de los temas culturales en esta agencia.
¿Tan poco interés genera la Cultura como para que se tome tan drástica decisión? ¿Tan devaluada está como para que no merezca la pena seguir informando sobre ella o apostando por iniciativas que la acerquen a los ciudadanos? Un simple vistazo a las noticias sobre cultura no resultan demasiado esperanzadoras: se
suspenden festivales, se
despiden músicos y bibliotecarios, se apaga la luz de las
fundaciones, se niegan ayudas a proyectos culturales, se recorta en educación... Eso sí, las grandes empresas siguen aumentando sus dividendos mientras nos precipitamos hacia la más desoladora sequía de la educación y la cultura. Y ya si nos paramos a analizar la
nacionalización de Bankia la cosa es aún más dramática, porque tanto lo que respecta a patrimonio como a actividades culturales en la gran mayoría del territorio nacional se gestionaba a través de las diferentes obras sociales de las cajas de ahorros, hoy heridas de muerte y "rescatadas" con dinero público.
Sin embargo, ahora y en el futuro, con las
nuevas formas que toma la difusión cultural, estamos convencidos de que hay y habrá personas, asociaciones y empresas que hacen y harán posible la pervivencia de la literatura y, en general, de la cultura. Dice
José Vaccaro Ruíz en su post
"...Y la Catalonia cerró los ojos" que:
<<Un libro en sus páginas, en su lomo, en las marcas de interrupción de su lectura, guarda uno tras otro el paso de todos aquellos que lo tuvieron en sus manos, de los ojos de cuantos posaron su mirada en sus manchas de tinta sobre papel blanco emocionándose, riendo, llorando o aburriéndose con él. Es como una mujer que conserva en su alma, y también en su cuerpo, la huella indeleble de cada uno de sus amantes, la impresión de sus caricias, la hiel de sus desengaños.
Con la Librería Catalonia desaparece algo más que un establecimiento comercial. Volviendo al símil del libro, es como si le arrancáramos una página a nuestra vida, mutilado un referente físico de la trama que nuestro paso por este mundo va conformando.>>
¡No dejemos que siga muriendo la Cultura!