1.- ¿Quién es José M. Fandiño?
Difícil responder a esta pregunta. Una cosa es lo que soy, o lo que creo ser, y otra lo que aparento. Pero podríamos empezar por mi origen: nací en Vigo, en 1971, en el seno de una familia humilde proveniente del ámbito rural, o, como se suele decir en Galicia, de la aldea, concretamente de Parderrubias: una parroquia del municipio de Salceda de Caselas, perteneciente a la provincia de Pontevedra. Mi padre trabajaba de estibador en el puerto de Vigo y mi madre era pluriempleada: desde limpiar casas y bares, hasta costurera, cocinera, comercial de mantelerías…, incluso montó una frutería y llegó a publicar su biografía novelada; una mujer extraordinaria y mi gran referente y maestra. Después de trabajar de repartidor de pizzas, en un lavadero de coches o en la carga y descarga de los muelles de Vigo, labores que compaginaba con los estudios, abandoné BUP, en tercero, y, harto de vivir en un barrio conflictivo del extrarradio, decidí enrolarme en los paracaidistas del aire en 1990; episodio que me marcaría de por vida. Comoquiera que mi hermano, Celso Fandiño, había sido guitarra y miembro fundador del grupo Semen Up de Vigo, se me despertaron inquietudes musicales que me llevaron a formar parte de la orquesta Marimba de Moaña. Sin embargo, allí tampoco encontraría mi lugar, si bien, el bagaje vital adquirido me sirvió de materia prima para conformar lo que soy. A finales de los 90, y animado por mi otra madre, mi hermana Lupe, oposité al Cuerpo Nacional de Policía y, después de aprobar, me fui destinado a Castellón de la Plana, en donde residí once maravillosos años. Castellón me proporcionó grandes amigos, que aún mantengo, y grandes experiencias tanto policiales como sentimentales y vitales; de hecho, allí conocí a la que, actualmente, es mi pareja: Laura Beatrice. Y por fin, en 2012, regresé a Vigo, y desde entonces desempeño mi cometido en la Comisaría Local de Vigo-Redondela. Ya en casa, se materializó el deseo de seguir aprendiendo, y comoquiera que soy un apasionado de la Historia, con mayúsculas, además de escribir, me matriculé en la UNED en el Grado de Geografía e Historia, aunque, he de reconocer, que le dedico más tiempo a lo primero. Tanto es así, que, en 2019, publiqué mi primera novela: “Nereida”, editada por Libros Indie S.L. Y ahí seguimos en la brecha hasta que el cuerpo y la ilusión aguanten.
2.- Sin spoilers… ¿qué van a encontrarse los lectores en tu novela 616 La ternura del diablo?
Ironía, suspense, misterio y, sobre todo, sentido del humor. Muchas, aunque no todas, de las anécdotas que relato, tanto las graciosas como las serias, y que atribuyo a los personajes de la novela, fueron reales, y por muy extravagantes que pudieran parecer, a veces ─o mejor diría casi siempre─, y aunque suene a tópico, la realidad supera a la ficción; el atractivo de una historia cobra más interés al estar basada en hechos reales, o eso pienso. Así, el personaje principal, y que narra la historia en primera persona, es Sandi: un demonio con aspecto femenino que pudiera identificarse como la conciencia que posee cada individuo, y si esa conciencia, o falta de ella, menoscaba los cimientos en los que se sustentan los principios morales de un agente de la ley, el partido que se le puede sacar puede llegar a sorprenderte. De hecho, el primer sorprendido fui yo; suelo escribir lo que quiero leer, y cuando leo pretendo, ante todo, divertirme. Por tanto, y más allá de reflexiones metafísicas o filosóficas del tipo: ¿qué hay después de la muerte?, ¿somos realmente inmortales, y todo fin, que conocemos como muerte, no es sino una muda, una reubicación en un plano de conciencia diferente?, ¿qué hay de cierto en lo respectivo a la reencarnación?, ¿existen las entidades demoníacas que pueden llegar a tomar el control de la voluntad de sus huéspedes?, las enfermedades mentales, dígase psicopatías, esquizofrenia o frenopatías en general, ¿pueden llegar a confundirse o solaparse con algún tipo de encantamiento?, ¿hay personas con dotes extrasensoriales que perciben realidades que otros no sospechan ni que existan?, o, también, más allá de conflictos morales del tipo: vanidad, codicia, lujuria, pereza…, o incluso enigmas de la Segunda Guerra Mundial, un tema que me apasiona, lo que he pretendido, en cualquier caso, es no tomarme las cosas demasiado en serio, o tomármelas en serio pero en su justa medida. Y dos de los remedios más eficaces para combatir los conflictos, las depresiones o las frustraciones son el sentido del humor y el amor, y si se consiguen aunar ambos remedios, el resultado pudiera ser “616, la ternura del diablo”.
3.- Afirmas que se trata de una comedia negra parapsicológica. ¿Dirías que existen muchas novelas de este tipo?
Tengo que confesar que, paradójicamente, soy más proclive a la lectura de ensayos históricos y geopolíticos que de novelas. Y las novelas que más me atraen son las utópicas o distópicas del tipo “1984”, de George Orwell, “Rebelión en la granja”, también de Orwell, y ucrónicas como “El hombre en el castillo”, de Philip K. Dick, o aquellas que traten los misterios irresolutos de la Segunda Guerra Mundial, como, por ejemplo: “Antártida, 1947: La guerra que nunca existió”, de Felipe Botaya. No obstante, si tuviera que decantarme por una obra que más se asemejase a esos parámetros que delimitasen el marco de la comedia negra parapsicológica, podría ser “El maestro y Margarita”, de Mikhail Bulgakov, si bien, la obra de Bulgakov pertenece al movimiento del realismo mágico.
4.- ¿Cómo y cuándo surge la idea principal de tu novela?Surgió por hartazgo, por el empeño de un compañero de profesión que leyó un acontecimiento escatológico desternillante que yo había manuscrito, creo que, en 2017, que asimismo aparece en la novela, y que me estuvo dando la lata durante un año entero para que escribiese un libro. No sólo se lo he de agradecer a él, sino también a una amiga muy especial y a mi novia Laura, la cual es la más ferviente de mis seguidoras.
5.- ¿Desde el principio tuviste claro que se trataría de una novela humorística?
Sí, sin duda… y es que no lo puedo evitar. Cada vez que intento escribir algo trascendente, los giros retóricos se me van a lo que en Galicia conocemos como retranca, es decir, hacia esa ironía fina del gallego, el cual pudiera estar cachondeándose de ti o de sí mismo, y tú te lo tomarías como un halago. Por eso, y tirando de estereotipos, se dice que los gallegos no sabemos si vamos o venimos, y lo que ocurre es que, la mayoría de las veces, intentamos confundir al adversario, y esa sí es una dirección que conocemos a la perfección, y que describe muy bien un proverbio rumano: “El camino más corto es el que conoces”.
6.- Como lector, ¿qué le exiges a una novela?
Brío, síntesis, intensidad, pasión, humor y un punto de emocionante realidad. Es más, considero que toda expresión artística, ya sea música, cine, pintura, escultura, literatura, etc., debe vibrar en la frecuencia en la que el autor mejor se desempeñe, de ahí que, ya sea como consumidor o generador, no me guste la música melancólica o la lectura nostálgica y pausada, lo cual no quiere decir que la obra sea mala o buena, sino que no vibramos en la misma frecuencia. En definitiva, si pretendes ser lo que no eres, lo más probable es que el lector así lo capte.
7.- ¿Te encuentras ya trabajando en algún nuevo libro?
Sí, en una ucronía, es decir, en un acontecimiento del pasado que, de haberse desarrollado de forma diferente, pudiera haber influido en lo que conocemos como presente. Pistas: ¿qué impacto habría tenido en la historia la derrota de un bando que resultó ser el vencedor? Una suerte de: que hubiera pasado si…