1.- ¿Quién es Luciano Nuevo Sánchez?
Soy extremeño, nacido en Casatejada (Cáceres) en 1954. A los 10 años ingresé interno en los maristas de Plasencia, donde cursé el bachiller elemental (cuarto y reválida). Posteriormente cursé el bachiller superior (quinto, sexto y reválida) en el instituto El Brocense, de Cáceres. Después realicé los estudios de C.O.U. en el instituto Zurbarán de Navalmoral de la Mata. Luego preparé oposiciones ingresando en el Cuerpo Superior de Policía, permaneciendo en la institución policial hasta la jubilación en 2019. Ya en el Cuerpo cursé y obtuve el título de Diplomado Superior en Criminología por la Universidad Complutense de Madrid.
Me crie en una dehesa extremeña, donde mi padre desempeñaba las tareas de guarda. El contacto con el campo y con la naturaleza me acercó mucho al mundo de los toros. Con no más de dos años me llevaban a la plaza de carros de mi pueblo, donde veía a los maletillas enfrentarse a toros viejos y resabiados, poniendo en juego su vida, para salir del hambre y la miseria.. Eran para mi auténticos héroes, capaces de lo imposible, de ponerse ante una fiera sin más defensa que un trapo, y esperar quietos su acometida furiosa, haciendo descarrilar el tren con un leve movimiento de la muñeca, tal como predijo y llevó a efecto el grandioso torero de los años veinte del pasado siglo, Juan Belmonte.
Me envenené con los toros y con los toreros, con la emoción, con la pasión, con todo aquello tan intenso, hasta el punto que, cuando la mayoría de los niños pedían a sus padres un balón de reglamento por aprobar los estudios, mi hermano y yo, que estudiábamos internos en Plasencia, veníamos pidiendo a mi padre que nos llevara a ver al fenómeno de masas del momento, Manuel Benítez "El Cordobés". Y lo logramos en 1966 en la feria de Plasencia. Vimos una corrida del hierro de Don Carlos Núñez, con un cartel de lujo, Paco Camino, El Cordobés y José Fuentes.
Desde entonces no he dejado de ver toros. De ver, de sentir y de admirar a muchos toreros y distintas formas de torear: El Viti, Paco Camino, José Fuentes, Antonio Ordóñez, Antonio Bienvenida, Antoñete, Curro Romero, Rafael de Paula, Manzanares, Juan Mora, Joselito, Ponce, José Tomás o Morante de la Puebla.
2.- Desde el estribo es una recopilación de crónicas, poemas, cuentos, relatos, todos premiados, relacionados con la cultura del toro. Cuéntanos.
Siempre tuve inquietudes literarias, gustaba de redactar textos y componer poemas aún desde mis tiempos de bachillerato. Pero fue mi enorme afición a los toros la que decididamente me llevó a escribir, siendo así que la Tauromaquia ha sido siempre mi principal fuente de inspiración literaria. Aunque no es hasta la madurez cuando, convencido que el lenguaje ordinario no me alcanzaba para transmitir tantas vivencias y tan intensas que me deparaba el mundo de los toros, empecé a hacer uso de las licencias poéticas del lenguaje literario, tratando de hacer llegar el mensaje con más intensidad. Y es así como a partir de 1.994 inicio mi participación en concursos literarios, en los que he obtenido 22 premios, de los que 16 lo han sido de temática taurina, los cuales dan contenido a este libro.
Dice un dicho popular que los toros se ven muy bien desde la barrera. Esto se debe a que quien desde el tendido es capaz de increpar y dar instrucciones al torero, es absolutamente incapaz de poner un pie en el ruedo, porque de inmediato, aunque no esté el toro en la plaza, su cuerpo empieza a temblar de arriba abajo. Yo, como aficionado práctico, he sido capaz, a duras penas, de enfrentarme a novillos y becerros y he sentido especialmente la fuerza del toro, su respiración jadeante, sus resoplidos, y he sido capaz, no siempre, de mantener la entereza, de mantener el tipo, a la par que me pasaba por delante el vendaval. No hay mayor sensación ni mayor emoción ni más intensidad, que dejar venir a una fiera y esperarla, pie a tierra, sin descomponerse y eludir su acometida garbosamente sin más movimiento que un leve juego de la muñeca.
De estas sensaciones, de estas emociones, tantas y tan intensas, viene a salir el texto “desde el estribo”, que da cabida a muchos y variados pasajes toreros, tanto en la plaza como en el campo, que van desde el juego de unos niños en el llano de la dehesa extremeña, hasta la popular y populosa Feria de San Isidro en Madrid, llena de ambiente, de música, de colorido y de fiesta.
3.- Háblanos de tu relación con la Tauromaquia.
Como queda dicho me crie entre toros y caballos, en medio de las tareas camperas en una dehesa extremeña. Mis abuelos y mi padre eran aficionados a los toros; les oía hablar de Joselito El Gallo y Belmonte; de Manolete y Arruza; de Dominguín y Ordóñez. A partir de los años sesenta ya no tuvieron que contármelo; me metí de lleno en los toros, primero con el fenómeno de masas, Manuel Benítez “El Cordobés”; después fui degustando y depurando el toreo con toreros de corte clásico y artístico, cuyos mayores exponentes fueron Curro Romero y Rafael de Paula, a los que soñaba, tanto, que uno de los textos del libro titulado “Sueño itinerante”, premiado en Quito (Ecuador), relata un sueño en el que mis dos admirados toreros se disponían a darme la alternativa.
Por otra parte, como aficionado práctico, he intervenido con frecuencia en capeas, tentaderos y fiestas camperas; incluso en alguna ocasión lo hice en público, vestido de torero, con el fin de aportar a causas benéficas. Sin ser un experto, después de muchas capeas y algunos revolcones, fui tomando nota de los profesionales para tener en cuenta las características de las reses, sus querencias o resabios, para, dominando el miedo (o disimulándolo), quedarte quieto y ejecutar las suertes con cierta gallardía. He pasado mucho miedo, pero cuanto más miedo, más emoción, más intensidad; no renuncio a ello por nada del mundo.
4.- ¿Cuándo comienzas a escribir?
Como también he dicho, en el bachiller disfrutaba redactando y componiendo algún que otro poema; pero sin pretensión alguna de publicar.
Fue ya en la década de los noventa cuando me inicié en los concursos literarios. Los buenos resultados me motivaron, lógicamente, a escribir con mayor profusión, y también con mayor precisión, ajustándome a las normas del lenguaje literario. La intensidad y emotividad del toreo me influyeron y ayudaron mucho.
5.- ¿Hacia dónde se dirige la Tauromaquia? ¿Consideras que se encuentra en verdadero peligro?
Este tema lo abordo también en el libro, en el texto titulado “ANTITAURINISMO. SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS DE FUTURO”, premiado en el Certamen taurino-literario “Doctor Zúmel”, Madrid 2016.
Como refiero en el texto, la Tauromaquia siempre ha sido objeto de crítica y de polémica; hasta de prohibiciones papales, reales y políticas. Pero estoy convencido que sufre más ataques desde dentro que desde fuera. Es peor la especulación empresarial que la intolerancia antitaurina. Si la gente deja de ir a la plaza será porque el espectáculo deja de emocionarle, no porque los políticos o los antitaurinos exijan la abolición. Tras la pandemia del Covid la gente ha vuelto a abarrotar plazas y ferias; tanto que en muchas de ellas es imposible adquirir abonos o entradas. Y lo que es más importante, se ve a muchos jóvenes en los toros, que se disponen en peñas y asociaciones culturales con el objetivo de asistir en grupo a los festejos taurinos y fomentar la Tauromaquia, participando en charlas, conferencias, coloquios y tertulias sobre los distintos aspectos de la fiesta brava. Por tanto mi respuesta es que el peligro ha pasado y que la Tauromaquia está en franca recuperación.
6.- Desde el estribo se encuentra prologado por toda una leyenda de la ganadería de los toros bravos. ¿Cuál es tu relación con esta familia de tan ilustre apellido?.
La ganadería denominada “Victorino Martín”, procede de la antigua ganadería del Marqués de Albaserrada, que debutó en la plaza de toros de Madrid el 29 de mayo de 1919, tomando antigüedad en esa fecha. Fue adquirida por los hermanos Martín Andrés (Victorino, Adolfo y Venancio) ganaderos de Galapagar (Madrid), al principio de la década de los años sesenta, consolidándose como ganadería de prestigio mundial en la década de los ochenta bajo la titularidad única de Victorino Martín Andrés, fallecido en 2017. Desde entonces la ganadería triunfa en manos de su hijo Victorino Martín García.
No tenía relación personal con Victorino, solo la admiración que, como aficionado, profesaba a la bravura y fiereza de sus toros. También le admiraba y le admiro por su lucha incansable por defender y ensalzar los valores de la Tauromaquia, desde su puesto de Presidente de la Fundación del Toro de Lidia, uno de los colectivos taurinos más importantes del momento.
Estuve en una ocasión en su finca “Las Tiesas de Santamaría” de la localidad de Portezuelo (Cáceres), visitando la ganadería formando parte de una excursión. Posteriormente contacté con Victorino, le expuse mi proyecto, mostrándose muy cercano y receptivo. A petición suya le envié un borrador y tras hacerme saber telefónicamente que los textos le habían gustado mucho, me redactó y envió un elogioso prólogo que da contenido y categoría al libro.