Juan Martín García-Sancho: "Mi madre hace tiempo que ya no tiene recuerdos. Me pareció importante y hermoso reunirlos y darles forma de novela."

1.- ¿Quién es Juan Martín García-Sancho?

Que quién es Juan Martín García-Sancho, es decir, ¿quién soy yo? Realmente, si lo piensas, es una pregunta complicada. Recuerdo a nuestro profesor de psiquiatría en la Universidad de Salamanca que nos solía contar una anécdota acerca de Unamuno. Al parecer, el insigne filósofo solía asomarse a un pozo para gritar a sus profundidades: ¿Quién soy? (No he podido contrastar si esto sucedió realmente, tal y como nos lo narraba el catedrático). Sin llegar a tanto contestaré lo evidente. Soy médico, inmunólogo, llevo escribiendo desde que tengo uso de razón, por lo que también se me puede calificar como escritor, aunque no sea más que en un plano aficionado. Además, la profesión que más alegrías y más trabajo me ha dado es la de padre. Espero que mi familia me reconozca esta distinción que sobrellevo con orgullo. 

2.- Esta novela contiene algún que otro hecho sorprendente. Sin spoilers, ¿Qué puedes adelantarnos acerca de ella? 

La novela gira en torno a una serie de recuerdos de mi madre acerca de su infancia, recuerdos con los que siempre nos encandilaba en cuanto volvía a relatarlos y en los que con mucha frecuencia aparecía su padre, mi abuelo, don Luis. A esas memorias les he añadido una buena dosis de invención literaria, que no por inventada debe resultar menos verdadera. En líneas generales, los hechos y una buena parte de los personajes son reales, aunque, insisto, he imaginado una buena porción de sus ideologías y pensamientos. Básicamente se puede decir que don Luis fingió ser lo que no era para salvar la vida de muchas personas del pueblo en donde ejercía la medicina. Está narrada desde el punto de vista de cuatro narradores que entremezclan sus voces y que se van topando con don Luis a lo largo de la narración, por lo que se puede decir que mi abuelo es un personaje secundario en la novela, aunque acaba siendo fundamental. Algo muy similar a lo que ocurría en la vida real, en la que el abuelo siempre parecía estar en segundo plano, cuando podía afirmarse que se trataba de la persona más relevante que llegamos a conocer.

Por cierto, mi madre hace tiempo que ya no tiene recuerdos. Me pareció importante y hermoso reunirlos y darles forma de novela.

3.- ¿Quién fue don Luis?

Algo ya te he adelantado en la pregunta anterior. Don Luis nació a principios del siglo XX. Fue médico y ejerció como tal en un pueblecito de Segovia llamado Montuenga. Después, se graduó en odontología y se trasladó a Arévalo donde trabajó como dentista. Allí fue querido por toda la ciudad, casi podríamos decir que reverenciado, pues procuraba ayudar a todo el mundo de una manera completamente desinteresada. Todavía hay personas mayores que se acuerdan de él. Nosotros, los nietos, lo teníamos como una especie de héroe, discreto y tranquilo, pues nos llenaba de orgullo la admiración que despertaba. Cuando nuestra madre nos descubrió su actuación durante la guerra, esta idea que teníamos de él adquirió una profundidad y una dimensión inusitadas. 

Me gustaría que la gente fuese descubriendo a don Luis a través de las múltiples historias de esta novela, que se hiciesen su propia idea. 

4.- Son cuatro las voces narrativas de tu novela. ¿Existió un don Luis para cada uno de estos personajes o todo lo contrario?

No lo creo. Pienso que mi abuelo, como persona honesta que era, siempre fue el mismo para todo el mundo. Eso sí, durante la guerra tendría que ocultar ciertos hechos a ciertas personas para que no le pillasen, para poder seguir ayudando a sus conciudadanos. El primer narrador nos cuenta los recuerdos de mi madre. El segundo es el maestro que realmente existió y al decir de mi madre era el mejor amigo de mi abuelo, por lo que debemos creer que el trato de don Luis con él sería muy natural y espontáneo (me he imaginado este personaje con un pensamiento muy moderno, por lo que se convierte en sustancial, síntesis de lo que pudo ser una educación basada en el humanismo y la razón). La tercera narradora es la sobrina del maestro, personaje que también existió y nos cuenta sus recuerdos desde finales de los 6o, lo cual nos permite echar un vistazo a esa época en la que el régimen franquista comenzaba a abrirse tímidamente al extranjero. El último es el único completamente inventado, un joven católico que se convierte en falangista para defender su fe. Con este último personaje, don Luis también guarda un trato muy directo, pero, evidentemente, debe ocultarle algunas cosillas.

5.- Esta historia atañe directamente a tu familia. ¿En qué momento decides escribirla y cuánto tiempo te ha llevado?

Me llevó escribirla, aproximadamente, año y medio. La acabé a finales de 2018 y, con posterioridad, he estado retocándola ligeramente según leía acerca de la época. Como ya os he contado, el germen de la novela son los recuerdos de mi madre. Cuando éramos jóvenes, mi hermano mayor y yo siempre pensábamos que se trataba de una buena historia y nos apetecía, por ejemplo, convertirla en película, hacer un guion de cine. Nos propusimos investigar sobre el tema, pero, después, el tiempo y las distancias hicieron inviable este proyecto. Cuando mi madre comenzó a perder la cabeza, me pareció que quizás era el momento de poner todos esos recuerdos por escrito y, como no tenía tiempo para ponerme a investigar, decidí rellenarlos con material de mi propia invención. Creo que la amalgama no ha quedado mal.

6.- ¿Cuáles son tus próximos proyectos literarios?

Ahora mismo estoy tranquilo, contento por poder presentar esta novela que resulta importante no solo para mí sino para toda mi familia. Aunque he de confesar que después de ella, con el encierro que supuso la pandemia y demás, tengo escritas otras dos historias. Una es una segunda parte de El sueño de la hormiga gigante, la segunda novela que me publicaron, una visión surrealista y bizarra del mundo que nos rodea. La última es otro proyecto muy personal: a lo largo de la infancia de mis hijos les escribí doce cuentos; he recogido los personajes de esos relatos y con ellos he confeccionado una novela juvenil, aunque yo la definiría más como atemporal, pues puede ser leída con sumo placer por los adultos. Y, de momento, como ya te cuento, estoy reposando.


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