Reseña del escritor Gabriel Monte Vado sobre 'Diario de a bordo de un padre primerizo': "Ternura y amor conviven en la narración que a veces se torna en pura poesía"

“Diario de a bordo de un padre primerizo” de J. D. Álvarez es un manifiesto en favor de la paternidad y de la vida en tiempos en los que cuesta comprometerse y afrontar el reto de ser padre, pero también es una muestra de AMOR (así con mayúsculas) de un padre hacia su hijo y hacia la madre de la criatura. Ternura y amor conviven en la narración que a veces se torna en pura poesía, sin caer nunca en el tópico ni la ñoñería porque todo parte de sentimientos auténticos y reconocibles, pero nada fáciles de expresar en una obra escrita.

Un padre primerizo, sí, puesto que a ser padre se aprende sobre la marcha, tomando como referencia lo vivido. Pero, ¿qué hacer si lo vivido no es una referencia adecuada sino todo lo contrario? De los errores también se aprende. Entonces tendremos la necesidad imperiosa de dedicar un especial cuidado a la paternidad, para no caer inconscientemente en ninguno de los errores causado por las malas influencias. Esfuerzo que es aconsejable en todos los casos, porque los tiempos cambian y aconsejan adaptaciones.

Un progenitor no tiene que ser un amigo, está muy por encima de ese cómodo y fácil papel, sino nada menos que un padre, una figura de referencia y apoyo, y un educador que debe hacer piña con la madre, el resto de la familia y la escuela para formar a una persona, para permitirle despegar con seguridad hacia un vuelo difícil pero apasionante, el de la vida. 

Este libro habla de sentimientos, nobles sentimientos, porque como muy acertadamente dice el doctor Cabrera en su prólogo: “no hay nada más emocionante que tener un hijo”. J. D. Álvarez se desborda en las páginas y abre su corazón, quizá como una terapia necesaria, para proclamar a los cuatro vientos su orgullosa paternidad; fácil de comprender en el caso de Raúl, un niño lleno de vida, gracejo, curiosidad y ganas de aprender. La obra es un canto a la vida, al reto de vivir, y sobre todo a la esperanza, protagonizada por el hijo que tiene un camino por delante que se presume mejor debido al esfuerzo de sus padres.

La gramática y la cuidada semántica hacen que la lectura sea agradable y el sincero y generoso sentimiento puesto por el autor hace que nos conmovamos y nos emocionemos, bien recordando nuestra niñez o nuestra propia paternidad. Muchos nos veremos retratados en la relación con nuestros propios hijos y esposas, y los que no sean padres recordarán su niñez y se verán tentados a dar el paso de traer a una nueva personita al mundo. Hay que decir, por último que si se decide dar este paso ha de hacerse de forma responsable, porque no hay nada tan bonito ni tan complejo como ser padre; el reto es grande pero también las compensaciones, como nos muestra el autor en este estupendo libro.
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