Leyendo a Tostói hasta arriba de ansiolíticos, la historia de "un chico corriente, al que la tragedia empuja a un ritual sangriento movido por la venganza, que es muy humana, y por el amor, que es más humano aún"

Ediciones Atlantis presenta la novela 'Leyendo a Tostói hasta arriba de ansiolíticos (Crónica sentimental de un asesino en serie)', escrita por el autor catalán Manuel Frenández. En sus páginas, se narra la vida y motivaciones de un asesino cariñoso pero maltratado por los demás, un misántropo descreído y cultivado, que maduró de mal modo y medicado hasta la cejas mientras leía a Tolstói.

El título de tu novela, sin duda, llama la atención. ¿Cómo fue su elección?
El título alude a la estrambótica personalidad de su personaje protagonista, Ismael. Aunque se trata de un individuo de inteligencia ciertamente notable, por motivos de su vida azarosa y complicada no ha conseguido gozar de una instrucción académica al uso, con las guías y normas habituales. Al haber pasado media existencia recluido, de modo forzoso, en diversas instituciones, no pudo más que formarse una visión del mundo algo peculiar influida por la lectura de los innumerables novelas y ensayos que cayeron en sus manos mientras estuvo privado de libertad y medicado hasta la saciedad por los doctores que intentaron atenuar sus impulsos agresivos. Así, nos hallamos ante una persona muy singular, un tipo con una visión enfermiza, sesgada, literaria, fantasiosa, de la Sociedad. Y de ahí procede la denominación de este relato que refleja la historia del psicópata que maduró de mal modo y medicado hasta la cejas mientras leía a Tolstói. Quisiera añadir que me pareció que, además, se salía de lo común y que tenía fuerza suficiente para despertar la curiosidad de los posibles lectores, quienes pensé que se preguntarían: “Pero ¿esto, qué es?” Y también me gustó por su sonoridad: “Leyendo a Tolstói, hasta arriba de ansiolíticos”. Me sigue gustando; sí. 

¿Qué se van a encontrar los lectores en esta novela?
Pues creo que los lectores se van a encontrar con una novela de crímenes, pero diferente a las habituales. Poco me importaban las persecuciones policiales o los departamentos que se encargasen de la investigación, pese a que en la resolución del caso estén volcadas técnicas de diversos tratados sobre criminología en los que basé la solución. Deseaba, más bien, narrar la vida y motivaciones de un asesino cariñoso pero maltratado por los demás, un misántropo descreído y cultivado. Intenté crear una obra con personajes alternativos. Y a través de ellos explicar también, cómo no, una parte de los sucesos que marcaron un tramo de mi vida. 

¿Por qué te has interesado en mostrar la vida de este asesino en serie desde su nacimiento? ¿Crees que así el lector puede conocerle mejor? ¿Cuál ha sido tu principal objetivo?
No me gustan los seriales de las novelas. Los encuentro raros; o planos; o superficiales; o imposibles. Y los ataques que relatan muchos escritores me parecen esotéricos, retorcidos, absurdos; nadie mata de ese modo. Por no hablar de las motivaciones que esgrimen, generalmente estúpidas y forzadas. E imaginé a un tipo normal, de pueblo, un chico corriente, al que la tragedia empuja a un ritual sangriento movido por la venganza, que es muy humana, y por el amor, que es más humano aún. Pero necesitaba comenzar por sus primeros años, y de ahí ir avanzando poco a poco, para detallar del mejor modo que supe las circunstancias que conducen a alguien a matar sin sentido. 

La voz narradora es la del asesino… ¿Cómo has conseguido meterte en su piel?
Para dar forma al personaje de Ismael, y que resultase creíble, me documenté mediante la lectura de algunos tratados en los que se detallaban las correrías de los asesinos seriales más famosos de la historia. Digamos que este criminal es una especie de monstruo de Frankenstein conformado por los rasgos que me parecieron más comunes entre tipos que existieron en realidad. Me ayudaron también en la labor algunos tratados de criminología que devoré y, sobre todo, la obra Mindhunter, creada por el agente del FBI John E. Douglas; una excelente biografía sobre uno de los pioneros en técnicas de perfilación criminal. 

¿Por qué decidiste ambientar la novela en Madrid? Por la descripción que haces de sus calles parece que conoces muy bien el lugar…¿Experiencia o documentación?
Pues ambienté la novela en Madrid porque la anterior aventura del inspector Sergio Núñez Kirkpatrick sucedía en Cornellá, en los primeros años setenta, y me apetecía cambiar el decorado. Y sí, conozco bien la capital. Cumplí el servicio militar en la calle Arturo Soria, en los cuarteles de la Policía Naval de Infantería de Marina. Y tuve entonces la oportunidad de recorrer la ciudad de cabo a rabo; y también viví como soldado la noche del intento de golpe del teniente coronel Tejero, época en la que transcurre parte de la narración. Posteriormente, por motivos profesionales, he vuelto en numerosas ocasiones. Y algunos veranos los pasé en Cercedilla, en la residencia para empleados de mi empresa. Así que no me costó demasiado situar la acción. Es un lugar que me encanta, muy literario, muy de contrastes. 

¿Cuáles son tus géneros preferidos a la hora de escoger lectura?
No tengo géneros preferidos. Leo de todo. Más que nada lo que me interesa es que la manera de narrar sea original, así como encontrar entre las páginas a personajes raros que rompan los tópicos. Y si, además, relatan con desenfado y algo de humor, pues entonces me rindo. Me alegra leer a gente como Mendoza, Orejudo, Landero, Cela, Vargas Llosa o García Márquez, ingeniosos, graciosos, despreocupados, alejados del mal de vientre que afecta a una buena parte de los anglosajones, quienes se la pasan intentando imitar a Faulkner. Creo que debo ser un latino irredento.
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