Víctor Moreno, autor de 'Que la tierra te sea leve': "Todos y cada uno de nosotros somos los herederos de los personajes que pululan por la novela"



Ediciones Atlantis publica ‘Que la tierra te sea leve’ una novela de ficción histórica escrita por el autor madrileño Víctor Moreno que nació como una forma de dar respuesta a todo lo sucedido en la España del siglo XX y cuya intención es invitar a la reflexión para que cada uno encuentre sus propias respuestas. Además, señala el autor en la entrevista “la novela también es un homenaje a millones de españoles que tuvieron que afrontar, sin capacidad de elegir, circunstancias terribles que desde nuestra óptica son difíciles de valorar en su justa medida. No vivieron la vida que quisieron, sino la que pudieron”.

¿Cómo surgió la idea para escribir esta novela?

Siempre he sido un lector voraz y, como mucha gente, había tenidos arrebatos creativos esporádicos que enseguida se diluían. Una lucecita en mi cerebro me decía que algún día escribiría una novela pero, para ello, han tenido que pasar dos cosas. Una, leer mucho, mucho, mucho. La lectura ha sido un proceso formativo necesario para encontrar una voz, un tono, un estilo. Y la segunda, encontrar una historia que me apeteciera contar. La primera premisa en realidad es algo en permanente proceso y la segunda me llegó releyendo ‘Billar a las nueve y media’, de Heinrich Böll. Me resultó fascinante la clarividencia con que explicaba el devenir de Alemania en el siglo XX sin recurrir a la novela histórica al uso y empleando personajes anónimos de diferentes generaciones, pero de una misma familia. Era una lección de historia social en un formato de novela. Más fácil de digerir que un ensayo o tratado sesudo. Accesible para todo tipo de lector. Pensé en cómo me gustaría leer un libro que hiciera el mismo ejercicio con la España del SXX, que tuvo una trayectoria también muy tortuosa. Hay muchas novelas que abordan este período, pero casi todas caen en algunos tics que lastran la narración, como el posicionarse muy claramente a favor de unos u otros, el usar personajes históricos que terminan por canibalizar el fondo de la historia, etc… Al final llegué a la conclusión de que esa era la novela que quería escribir. 

¿Hay alguna intencionalidad por tu parte?

Pues la intencionalidad ha ido cambiando con el tiempo. En principio la empecé a escribir para mí. Quería entender como había podido pasar en España en el siglo XX todo lo que sucedió. Escribía con la intención de buscar respuestas. A medida que el relato se fue hilando me di cuenta de que era posible que hubiera más gente como yo que podría estar interesada en buscarle una respuesta a hechos tan traumáticos, difíciles de entender desde la época contemporánea. 

Pasado el tiempo di un paso más y me di cuenta de que no debía quedarse en un ejercicio de curiosidad histórica sino que era casi una exigencia para el público moderno conocer nuestro pasado más reciente para poder valorar a las generaciones anteriores y analizar nuestro presente con una mirada objetiva. Cuando veo determinadas opiniones y actitudes públicas actuales me doy cuenta de que la ignorancia de nuestra historia nos hace vivir con anteojeras y tener una visión muy limitada de nuestra realidad actual. 

La novela también es un homenaje a millones de españoles que tuvieron que afrontar, sin capacidad de elegir, circunstancias terribles que desde nuestra óptica son difíciles de valorar en su justa medida. No vivieron la vida que quisieron, sino la que pudieron. Unido a esta intención hay una que va más allá y es hacernos reflexionar sobre cómo hubiéramos actuado nosotros de estar en su piel. Creo que es una pregunta muy interesante y que a más de uno le sorprenderá responder. 

¿De dónde sale el título? ¿Tiene algún significado?

Durante mucho tiempo la novela tuvo otro título, pero un día en que estaba en el renovado Museo Arqueológico Nacional, descubrí esa frase grabada en las lápidas romanas y decidí cambiarlo. Es la fórmula que equivaldría al actual Descanse en Paz. Me gusta que, sacada de su contexto de epitafio sepulcral, se presta a diferentes interpretaciones. Es una oración que te invita a pensar sobre su significado.

Sin desvelar nada relevante del argumento, ¿cuáles son las claves de la novela?

El punto de partida es el periodo que abarca, desde principios del siglo XX hasta 1977, un mes antes de las primeras elecciones democráticas. No es una novela histórica, la historia es el telón de fondo indispensable de la narración, pero no la protagonista. Las referencias a hechos, personajes y situaciones concretas son señales para ubicar al lector en cada momento de la trama, pero no son lo importante, lo relevante de verdad son los personajes. La novela pivota sobre tres personajes de una misma familia (un padre y dos hijos). Este hecho es importante porque me permite situarles en la misma “parrilla de salida”. Si fueran de familias o entornos distintos su comportamiento podría estar influenciado por otros factores. Lo que me interesaba abordar es como tres personas con un status igual reaccionan de manera muy diferente antes unas circunstancias similares. Y, muy importante, no pretendo juzgar sus comportamientos, sino entender el porqué. No quería personajes negros o blancos sino grises. No hay buenos ni malos. De hecho todos ellos pasan a lo largo de la novela de ser héroes a “villanos” y viceversa. Al analizar nuestra historia reciente solemos caer en la simplificación de las dos Españas, derechas e izquierdas, ricos y pobres, etc. Una división que no se corresponde con la realidad. Esta es mucho más compleja y, de hecho, alejados de los extremos, es donde se encontraba la gran mayoría de la gente. Las circunstancias son las que les empujaron a alinearse en uno y otro lado, no quedo espacio para la equidistancia.

¿Quién crees que disfrutará más con su lectura?

Sinceramente creo que todo el mundo. Todos y cada uno de nosotros somos los herederos de los personajes que pululan por la novela. Los que hayan vivido parte de las épocas que abordo se reencontrarán con la vida de su infancia y juventud y, los que sean más jóvenes, podrán reconocer temas y situaciones de las que habrán oído hablar a sus padres y abuelos y, muy importante, les ayudará a entender la vida de sus antepasados más recientes.

Si el lector pudiera sacar una conclusión o moraleja de “Que la tierra te sea leve”, ¿cuál sería?

Cada lector va a sacar conclusiones diferentes. Mi intención no es dar respuestas concretas sino invitar a la reflexión para que cada uno llegue a las suyas propias. Si me gustaría introducir la duda y la inquietud en aquellos que tienen ideas preconcebidas o que consideran inamovibles. Como hace uno de los personajes del libro, el ejercicio mental más sano y productivo es poner en tela de juicio de forma permanente todos nuestros valores y creencias. En muchas ocasiones caemos en lo fácil, que es aceptar lo que nos inculcan o, justo al revés, abrazarnos a lo contrario. Como dice el refrán, quizás la virtud esté en el medio. Y a ello solo se llega poniendo de tu parte y pensando. La sociedad actual nos ha vuelto muy cómodos. Recibimos muchos estímulos que nos hacen perezosos y no nos incitan a la reflexión. No basta con asimilar la información a nuestro alcance sino que hay que pasarla por el tamiz del cerebro.

¿Qué obra has leído, releído y volverías a leer? 

Hay cientos. Y si contestara a esta pregunta dentro de un año seguramente mi respuesta sería diferente. La percepción y valoración que tenemos de las obras va variando con los años. Una de las cosas más gratificantes de haber escrito este libro es el haber descubierto a autores canónicos bajo un nuevo prisma. Escritores que reconocemos en los libros de texto en fotos donde aparecen ancianos y con boina pero que, en su momento, fueron tan provocadores y rompedores como los más radicales contemporáneos. El Azorín de ‘La voluntad’ o el Baroja de ‘Camino de perfección’ no tienen nada que envidiar a los antisistema actuales. Cada generación se piensa que es la inventora de la rueda, pero con el tiempo nos damos cuenta de que todo ya está dicho y contado mucho antes que nosotros. Las inquietudes del ser humano son las mismas desde hace siglos y cada época ha tenido sus exégetas. En la ‘Odisea’ y la ‘Ilíada’ se recogen ya todos los grandes temas de la literatura. Todo lo que ha venido después no son más que variaciones.

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