Juan Solaz: "El denominador común de los relatos que componen el libro es el testimonio del paso del tiempo."

1.- Para aquellos que no te conozcan, ¿quién es Juan Solaz?

Juan Solaz, es un jubilado, marido, padre y abuelo que, pese a los 76 años que lleva a cuestas, aún conserva la curiosidad por lo mucho que ignora, el interés por el mundo que le rodea, la memoria del pasado que le ha tocado vivir, el deseo de disfrutar del presente mientras la salud lo permita, y también la esperanza en un futuro que no apunta muy buenas maneras;  alguien que gusta de charlar con los amigos alrededor de una taza de café intentando sobrevivir a este mundo difícil con una sonrisa evitando en lo posible el pesimismo. 

2.- Un libro más, también de relatos. ¿Cuál es el denominador común que aglutina El tiempo, el implacable, y otras historias?

Yo diría que el denominador común de los relatos que componen el libro es el testimonio del paso del tiempo, de la memoria sin rencor de lo que fue, de la realidad de lo que es y de cierto escepticismo por lo que vendrá, todo ello salpicado con un punto de ternura y una pizca de ironía.

3.- ¿Qué te ofrece el cuento y el relato breve para mantenerte tan fiel?

Pese a haber publicado ya dos novelas largas cuya elaboración me llevó años rondando por la cabeza, el cuento y el relato breve me ofrecen la facilidad de la inmediatez, la posibilidad de desarrollar en pocas páginas historias puntuales que surgen de observar la vida que me rodea, las imágenes cotidianas, las lecturas, los sueños o fogonazos que aparecen de improviso sin pedir la venia.

4.- Te defines literariamente como alguien a quien, sobre todo, le gusta contar historias. ¿Cómo surgen las ideas?

Supongo que soy como el abuelo de la Familia Cebolleta, aunque procuro no ser pesado. En mi caso, las ideas surgen cuando quieren y a veces se resisten. En ocasiones nacen simplemente de observar el mundo andando por la calle, en otras, proceden de la lectura de autores que me han dejado algún poso, de sueños que me rondan por las noches... Y muchas veces de conversaciones con un grupo de amigos -jubilados también- a los que va dedicado el libro y con los que formo un grupo llamado “Viernes Café” que se reune todas las semanas para intercambiar propuestas, sugerir temas y hablar de lo divino y lo humano con el propósito común de intentar escribir, porque a todos nos gusta hacerlo. 

5.- ¿Crees más en la inspiración o en el esfuerzo?

La perfección me temo que debe de estar en la combinación de ambas porque por separado no van muy lejos; en mi caso puede más la inspiración cuando llega, porque a veces ni está ni se la espera; otras surge de improviso, andando por la calle, leyendo una noticia, soñando mientras duermo, hablando con alguien que me brindan ideas que quiero desarrollar. En el esfuerzo flaqueo y me resulta más difícil; soy rápido para escribir pero me aburre y me cuesta un poco el releer, corregir, pulir lo escrito, eliminar lo que sin duda sobra... 

6.- Has viajado a lo largo y ancho del mundo. ¿Cómo se refleja esto en tu obra?

Supongo que el haber visitado más de sesenta países a lo largo y a lo ancho de este planeta azul y conocido a gente de casi todas las razas, religiones, culturas e idiomas me permite ser más abierto, más universal, menos dogmático, más comprensivo con otras realidades y más capaz de moverme por ámbitos geográficos apenas intuidos. Aunque al final vuelva siempre a la patria que para mí es mi infancia, a la evocación de los lugares que conozco bien, en mi caso Madrid, mi ciudad, la vieja Castilla del Duero, la Asturias de mis antepasados y de mis veraneos... Debo de ser un paleto bastante viajado.


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