Felipe Díaz Pardo sobre 'Complicidades': "El cuento ha de buscar el placer de la sugerencia, como quien saborea cada palabra como si fuera una pequeño manjar"

Ediciones Atlantis publica ‘Complicidades’ un libro de relatos escrito por Felipe Díaz Pardo en los que se reflejan distintas relaciones personales, que bien podrían existir en la vida real como algo cotidiano, a pesar de la extrañeza con que se nos presentan. Infidelidades, amor ciego, amor desinteresado, mentiras, sospechas… Todo ello hace de este un libro interesante, de temática actual y atrayente.

¿Cómo surgió la idea para escribir este libro de relatos?
En este caso, la idea no fue premeditada, es decir, no partió de un plan prestablecido desde el principio. Supongo que empezó con el típico chispazo que alumbra el primer cuento, y luego otro y otro, hasta descubrir un nexo de unión entre las distintas historias que me llevó a confeccionar un libro de relatos, cuyo nexo de unión fuera el de la complicidad, que da título al volumen.

¿A quién va dirigida la obra?
Si la pregunta se refiere a qué tipo de lector va dirigida, diría que a aquel que disfruta deleitándose con cada palabra y con cada situación. Porque, para mí, el cuento más que una sucesión de hechos es la captación de un momento, de un estado de ánimo. El cuento ha de buscar el placer de la sugerencia, como quien saborea cada palabra como si fuera una pequeño manjar, frente al discurso amplio de la novela, que se asemeja más a un plato culinario elaborado con muchos ingredientes, algunos de los cuales puedes apartar (o soportar) si no te gusta.

¿Sigues escribiendo?
Sí, aunque cada vez que termino un libro, por un lado, me cuesta reconocerlo como mío y, por otro, me entra el miedo al pensar que no voy a ser capaz de escribir otro. Sin embargo, antes de que me dé cuenta, ya estoy pensando en el próximo y el anterior ya no existe. Lo más dificultoso es dar preferencia a una de esas nuevas ideas, centrarse en ella y seguir adelante.

¿Cuál es tu autor de referencia?
No soy de autores, sino más bien de estilos o formas de entender la narración. A pesar de eso, podría citar varios. Saramago, Paul Auster, Javier Marías, por ejemplo.

¿Cuál es el último libro que has regalado?
Tampoco soy de regalar libros por regalar. Pero cuando suelo hacerlo es porque ese libro me ha impresionado lo suficiente como para desear que otra persona lo disfrute también. Tengo ganas de regalar, por ejemplo La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, por la belleza y el lirismo que encierra. Es una lástima que este escritor no siga esa línea en sus obras actuales.

En tu caso, ¿el escritor nace o se hace?
Es la típica pregunta que siempre se contesta con la misma respuesta, es decir, que el escritor necesita del genio, de la inspiración y, sobre todo, del trabajo. Solo diré que yo nunca me consideraré escritor, porque no vivo de la literatura, a pesar de la quincena de libros que llevo publicados. Por otra parte, ser escritor no es una profesión al modo de la de un fontanero, un abogado o un dependiente de comercio. O, al menos, no lo debería ser. En el momento en que sea así, se convierte en algo mecánico, fruto del oficio y no de lo que debería ser una ocupación artística.  

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