Un ya lejano 2009 envié a Ediciones Atlantis el manuscrito de mi novela “Ángeles negros”. Al hacerlo seguí la estela de mi buen amigo Ramón Valls que, haciendo de buque rompehielos, y después de contactar con varias editoriales, había elegido Atlantis para publicar “Te ordeno que vivas hoy”. Un mes más tarde recibí un informe de lectura de Jota –así es como llamamos a J. D. Álvarez-, manifestando su disposición a publicar “Ángeles negros”. Tras el correspondiente ajuste tipográfico y la discusión sobre la portada, el libro estuvo en las librerías en otoño de ese año 2009.
En la presentación de la novela de Ramón, que se hizo en la desaparecida Librería Catalonia, tuve la oportunidad de conocer a Jota en persona. Soy de los que pienso que, por mucho mail y Facebook, el contacto directo es insustituible a la hora de establecer lazos duraderos y sintonizar o desintonizar con los demás. Mucho más cuando el material en juego es algo tan etéreo y a la vez tan sensible cual son unas manchas de tinta sobre un papel en blanco: un libro. Acompañados de unos frutos secos y un chato de vino rancio, que la librería aportaba para hacer más ameno el evento literario, hablamos de lo divino y lo humano y de mi novela. Diría, para expresarlo en términos coloquiales que, con los buenos oficios de Ramón Valls, nos caímos bien.
Y colorín colorado ese día fue el comienzo de una larga amistad basada en la seriedad y el respeto mutuo, yo hacia su visión empresarial y él a mi trabajo de inventor de historias y personajes. Fruto de ello ha sido la publicación de otras cuatro novelas mías: “La Vía Láctea”, “La Granja”, “Catalonia Paradís” y “Tablas”. ¡Ah!, y con la satisfacción por mi parte de que“Ángeles negros” obtuviera el Premio Isla de las Letras. Sin la ayuda y el soporte de Jota eso no hubiera sido posible.
Ediciones Atlantis es una editorial de tipo medio que, aparte de contar con firmas consagradas, apuesta por nuevos escritores, lo hace con temas comprometidos y políticamente incorrectos –“La Vía Láctea”, mi segunda novela, trata del canibalismo infantil, y “Catalonia Paradís” de la corrupción urbanística en Cataluña-. En los tiempos que corren la literatura, y en particular la novela negra, que es mi género, está obligada a jugar un papel, al tiempo que de enriquecimiento cultural y personal, de conocimiento de cómo funciona, se mueve y quien mueve al mundo que nos ha tocado vivir. Es bueno que los libros, además de entretenernos, nos hagan perder la inocencia –por emplear la frase de Gustavo Vidal, el prologuista de mi novela “Tablas”- y nos muestren el lado oscuro de la fuerza.
Ediciones Atlantis está en ese camino. Ejemplos son “Descansen en paz” de Carmen Baena, “Ciudad en llamas” de José Luis Muñoz, “Alfil blanco, peón negro” de Alonso Holguin o “Guardianes del falso edén”, de Gabriel Monte que he tenido el placer de leer y prologar. Tramas todas ellas con una importante carga personal y amplia experiencia de los autores sobre aquello que escriben. Y también, ¿por qué no decirlo?, de denuncia incómoda para todas las formas y manifestaciones de poder (económico, judicial, medioambiental, político, policial…)
Otra de las cosas que permiten a Jota comprender a los escritores –unos bichos raros, hoy mi experiencia lo puede afirmar, como dice el tango-, es que él mismo lo es: “Fantasmas de Kensington” es una de sus novelas, basada en el personaje de Peter Pan y su entorno. De manera que, en esa doble faceta de escribidor y editor, y parodiando a Terencio, puedo decir y lo digo que nada del mundo de las letras le es ajeno.
Las antologías publicadas por Atlantis denunciando la corrupción o la violencia de género son foros y plantel de nuevas firmas que a través de relatos cortos asoman con fuerza en el mundo de las letras. Un semillero de futuras plumas enmarcadas en una visión plural y poliédrica del tema que tratan.
No puedo olvidarme tampoco de la promoción internacional que Ediciones Atlantis desarrolla en beneficio de sus autores. En mi caso ha significado la traducción y publicación de “La Vía Láctea” y “La Granja” en Bulgaria, aparte de una antología de relatos en colaboración con la Universidad de Sofía en la que hemos participado varios escritores de la editorial.
Finalmente mencionaré el club de lectura de novela negra que mano a mano Ramón Valls y yo llevamos a cabo en la Cárcel Modelo y en el Centro Penitenciario de Tarragona –situado justo enfrente de El Corte Inglés, ironías de la vida-, con el soporte económico y de medios de Ediciones Atlantis. Cada quince días pasamos los cuatro filtros enrejados que separan la acera de la calle del interior de esas cárceles, atravesamos el patio en donde se están jugando, cruzados, partidos de fútbol sala y baloncesto –el espacio no da para más-, subimos hasta un tercer piso donde está la biblioteca, y compartimos una hora de literatura con los internos. Creo que no tardaremos mucho en abocar las historias que allí conocemos y que comprenden y tienen por protagonistas, aparte de toda la picaresca imaginable, a unos personajes y unas formas de entender la vida en las antípodas de lo que ocurre y rige a la sociedad extramuros de aquellos recintos amurallados. Allí nos damos de bruces, aparte de con la negritud del Código Penal al completo, y también, sorprendentemente con la poesía. Y siempre con la nostalgia por parte de los de dentro de eso que los de afuera no valoramos como se debe y que es la principal carencia de los que están allí encerrados: la Libertad.
José Vaccaro Ruiz
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