Entrevista a Javier Iniesta Ayerra: "El teatro, en aquella época, era una de las vías principales de respuesta política frente a la oligarquía"

 1. ¿Qué fue lo que le motivó inicialmente a rescatar la figura de Niceto Oneca y cómo fue el proceso de documentación para recrear su vida con tanta fidelidad?

Cuando terminé de escribir Entre la maleza, me planteé cuál sería el camino adecuado para continuar mi aventura literaria. Ya antes había hecho alguna incursión infructuosa en el campo de la novela histórica y quería retomar el tema. Para mí, como historiador, me parecía que era mi campo natural. Apareció entonces una historia familiar, una investigación pendiente sobre la vida de Niceto Oneca, mi bisabuelo, y la idea, esa famosa idea que los escritores buscamos con tanto ahínco, apareció ante mí. 

En mi familia, desde pequeño, la figura de Niceto Oneca había tenido unas proporciones casi míticas. En su día, tuve la oportunidad de oír historias contadas por sus hijas Patro, Luisa y Emilia, mi abuela. Mi padre nos contaba las hazañas del abuelo con Los vampiros del pueblo y siempre recordé cuánto disfrutaba con sus narraciones. Sin embargo, cuando me senté a ver qué tenía, como punto de partida encontré 8 folios escritos por mi padre, que contenían todas sus investigaciones hasta ese momento, y su archivo personal, lleno de recuerdos familiares. 

Con este punto de partida, empecé un trabajo de investigación de más de tres años que me ha llevado a recorrer buena parte de los archivos españoles: el Archivo Histórico de la Nobleza, el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Archivo Histórico Militar, Archivo de la Memoria Histórica y algunos otros. Teniendo en cuenta que Oneca era muy poco conocido por la historiografía actual, suponía desenterrar una vida extraordinariamente rica en vivencias y circunstancias vitales. También hemos realizado una labor muy extensa a nivel hemeroteca, fundamental en este tipo de estudios, máxime si el protagonista es, entre otras muchas cosas, un periodista. 

Con todo ello he podido reconstruir con un alto grado de fidelidad buena parte de la trayectoria de Niceto Oneca. Esta documentación tenemos intención de publicarla, en formato de un libro de ensayo, una obra que vamos a denominar Niceto Oneca. Un estudio sobre su vida (1862-1933) y que esperamos que vea la luz a principios de 2026. 


2. ¿Cuál fue el mayor desafío a nivel narrativo o emocional al entrelazar hechos históricos con elementos de ficción?

El mayor desafío, sin duda alguna, era la responsabilidad de saber que estaba trazando la historia de un personaje que no nacía de mi imaginación, sino que vivió en realidad, que había transmitido ideas, sentimientos, etc. Desde el principio me propuse evitar caer en los aspectos más anecdóticos de su vida y a buscar en sus actos y reacciones aquellos pilares sobre su carácter y su forma de ser. Me documenté a fondo acerca de algunos hechos ocurridos entonces, tales como el estreno de Los vampiros, su primer ingreso en prisión, la catástrofe del Tercer Canal del Lozoya y las manifestaciones posteriores. También me documenté al máximo sobre su ingreso en la masonería. La reconstrucción que hace El corazón de la quimera de estos hechos se desarrolla a partir de lo que se publicó en esta época en los periódicos más importantes de Madrid, y ha buscado la máxima precisión cronológica y temporal. 

El mayor desafío narrativo fue encontrar cómo canalizar todo este torrente de acontecimientos y sentimientos de Niceto Oneca, y la solución la encontré al diseñar unos personajes tan sólidos como Venancio “El Mañas” y Bernardo Cayuela, y sobre todo con Pepa, esa mujer maravillosa que sujeta todo el entramado vital de Niceto sin que apenas se note. Ellos son el pegamento narrativo que une realidad y ficción, los que permiten a Niceto Oneca brillar con luz propia.

3. "Los hambrientos" y "Los vampiros del pueblo" son obras claves en la evolución del protagonista. ¿Cómo ve usted la relación entre teatro y activismo político hoy?

Como se ve en la obra, Niceto Oneca estrena Los vampiros en un momento de cambio político: Alfonso XIII acaba de iniciar su reinado y los republicanos ven que ha llegado el momento de unir fuerzas y pasar de la utopía al posibilismo político. Esta lucha entre el mundo conservador, representado por los clericales, y las demandas sociales de republicanos y socialistas impactan de lleno en el estreno de Los vampiros, cuando lo único que buscaba Niceto era defender una idea de justicia social abstracta, no concretada en un partido u otro. La contradicción entre su utopía social y la realidad del castigo excesivo que recibe es lo que hace que Oneca radicalice su postura. 

Hay que entender que el teatro, en aquella época, era una de las vías principales de respuesta política frente a la oligarquía; recordemos que se decía de Electra, la obra de Galdós, había sido capaz de derribar a un gobierno [el de Marcelo de Azcárraga]; de hecho, al último gobierno de Sagasta se le llamó “el gobierno de Electra”. Hoy en día, pienso que el teatro ha perdido esa capacidad de influencia política en favor de otros medios de comunicación de masas: al principio, el cine, luego la televisión y, hoy en día, asistimos al debate político paralelo en las redes sociales, las únicas capaces en la actualidad de dar un vuelco a las encuestas y de transformar la realidad en ficción y la ficción en realidad. 

4. A lo largo de la novela, Niceto pasa de la utopía revolucionaria al pragmatismo liberal. ¿Cree que ese recorrido vital refleja una derrota personal o una maduración necesaria?

Considero que la trayectoria vital de Niceto Oneca es un triunfo personal. En el fondo, lo que plantea es un recorrido que muchos de nosotros hemos hecho, de una forma u otra: el paso de la rebeldía juvenil, que pone en duda los fundamentos de lo establecido, con frecuencia defendiendo posiciones utópicas, hasta que la realidad se acaba imponiendo en nuestra madurez, llevándonos a planteamientos más pragmáticos. Quizá llame la atención que Oneca lo haga a los 41 años, cuando debería “estar de vuelta” de esos ideales, pero, para mí, esto engrandece aún más su figura. Que, a esa edad, después de todo lo que ya habían pasado él y su familia, esté dispuesto a arriesgar la cárcel por defender sus ideales, me parece algo muy bonito y admirable, a pesar de que me temo que en este aspecto es muy posible que Pepa, su mujer, discrepe de mi opinión. 

Considero, por todo ello, que el paso de Niceto hacia el pragmatismo liberal es un proceso de maduración necesaria, igualmente valiente. No es una traición, ya que hay que recordar que la propia Unión Republicana saltará por los aires durante el gobierno de Canalejas, víctima de sus propios errores, abandonada previamente por seguidores de la talla de Baroja o Blasco Ibáñez, por poner dos ejemplos, que reniegan públicamente en sendos artículos del partido que habían ayudado a crear. Oneca encuentra en Canalejas la voz política que buscaba, sin renunciar interiormente a republicanismo; porque, insisto, Oneca fue un gran republicano hasta el día de su muerte, y así lo dijeron los periódicos de la época. 

5. En la novela hay una tensión constante entre memoria personal y memoria colectiva. ¿Qué papel cree que juega la literatura en la construcción de esa memoria?

Para mí es un papel fundamental. Hoy estamos hablando y vamos a publicar El corazón de la quimera como una forma de rescatar una figura histórica muy interesante, pero que, por el paso del tiempo y las circunstancias, estaba quedando cada vez más apagada y diluida, casi olvidada por la Historia. Oneca se movió rodeado de autores literarios, entre la bohemia y el periodismo, intercambió notas con todos los presidentes del Consejo de Ministros de su época, que se dirigían a él para consultarle en temas culturales y eruditos. Reivindicar su figura me pareció siempre un acto de justicia histórica y, siendo él un autor teatral, quiero pensar que le hubiera gustado mucho la lectura de estas páginas sobre su vida. 

Sin embargo, ya que hablamos de memoria colectiva, he disfrutado mucho conociendo a Pepa Pérez, esa mujer fantástica que lo enfrenta todo sin perderle la cara. Hallar el trasfondo de Pepa no es fácil, porque apenas vamos a encontrar testimonios de su vida. Hay que hacer casi un análisis dialéctico, preguntarte: “mientras Niceto está aquí, ¿quién se ocupa de todo lo verdaderamente importante para la familia?”. La respuesta siempre es la misma: Pepa. 

Para mí, Pepa representa a todas esas mujeres de aquel tiempo sobre las que resulta imposible escribir nada, porque no existían para la sociedad. Tuvo una vida digna de una novela de Jane Austen: cinco hijas por casar —y todas se casaron, algo con un mérito extraordinario en aquella época—, un marido político, utópico, periodista, genealogista, etc. pero que no siempre aportaba suficiente dinero en casa. Un trabajo oscuro, silencioso y fundamental, de costurera. La vida de tantas españolas de aquel momento. Por eso, además de estar dedicada a Antonio Iniesta, mi padre, la novela se la dedico a Pepa Pérez, mi bisabuela, como un homenaje a todas esas mujeres anónimas que tuvieron un mérito extraordinario y de las que casi nunca se habla, salvo para añadir tintes costumbristas o castizos, casi anecdóticos, a la historia, casi siempre protagonizada y escrita por hombres. Sin ellas, sin su sacrificio, hoy en día ninguno estaríamos aquí. 

6. Si pudiera conversar con Niceto Oneca hoy, ¿qué le preguntaría sobre sus decisiones vitales y su lucha por la justicia social?

Me encanta que me hagas esta pregunta, porque una de las frases que más he repetido estos años de investigación ha sido: “¿Cómo es posible que no le haya preguntado a Tía María —como yo llamaba a Patro, la hija de Niceto—, a Tía Luisa o a Yaya (Emilia) sobre la figura de Niceto?”  Hay que aprovechar el tiempo con la gente que nos rodea, preguntarles por sus experiencias vitales, porque ese tiempo nunca vuelve. 

Si pudiera conversar con Niceto, me encantaría conversar sobre su lucha contra la censura y por la justicia social, sin duda sería muy interesante, aunque, en realidad, conocemos su pensamiento, ya que él dejó múltiples reflexiones acerca de estos temas. Hay muchos otros aspectos que sorprenden en su vida. Acabó siendo un erudito, con un dominio de la Historia que solo estaba al alcance de muy pocas personas de su tiempo, todos ellos universitarios, pero él no cursó esos estudios. Hay periodos de su vida que siguen siendo lagunas muy opacas, en las que podemos deducir algunas cosas, pero no muchas. Sería muy interesante hablar con él sobre sus opiniones políticas, su visión ideal de la República y cómo se contrapone con la realidad cuando se proclamó la II República. 

Es muy posible que la conversación más interesante versara sobre los temas familiares. La relación de Niceto con su padre, Eustaquio, su madre, María y sus tíos; la relación con sus hermanos, y cómo vivió la temprana muerte de alguno de ellos. La relación con Luis y Andrea, sus grandes referentes en su proceso de maduración. Cómo fue su relación real con Pepa y con sus cinco hijas, cómo fueron sus conversaciones, sus vínculos, sus juegos… En resumen, cómo fue en realidad su vida que, al fin y al cabo, se compone de todo este tipo de relaciones. 

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