Golpe a la Violencia de Género, por Laura M. Lozano Ramírez

Ver en la televisión una noticia sobre que una mujer ha muerto a manos de su marido/compañero estando divorciada o separada de él, después de haber denunciado acoso y/o haber sufrido por años un pérfido trato, haber luchado por mantener alejados a sus hijos de ese infernal frente, muchas veces sin poder conseguirlo, convirtiéndose los niños en objeto de maltrato también, para, al final haber acabado muerta, tal vez apuñalada, en una escalera, o golpeada hasta morir en su propia casa…, se ha convertido en una constante que cada vez escuchamos con más frecuencia y con el asombro del momento en que salta la noticia, pero que olvidamos demasiado pronto a favor de los desalmados que someten y dominan a través de la violencia.

Quizá si tuviéramos una buena base para comprender este tipo de violencia podríamos llegar a conocer sus orígenes y desarrollo, empezando por asumir que procede de la desigualdad con la que la sociedad erróneamente ha sido siempre estructurada en la diferenciación sexual de pensamiento entre hombre y mujer dentro de los ámbitos culturales, sociales, y sobre todo privados: puesto que en la naturaleza de esa misma diferencia radica la ocultación de los abusos/crímenes que ha ocasionado. La violencia de género es indiscutiblemente una lacra que mancha nuestra sociedad de un modo imborrable y lamentable, no es sino la consecuencia de muchos y complicados patrones, adoptados generalmente por el hombre con relación a la mujer, tales como la dominación social y económica procedente de una sociedad controlada desde antiguo por los hombres, donde la mujer ocupó siempre un lugar inferior de sometimiento y obediencia. Y hoy día, para muchos, que no han comprendido y asumido que todo esto ha cambiado radicalmente, (sin diferenciar las clases sociales a las que pertenezcan estos individuos) la forma de mantener esos antecedentes obsoletos es abusar dentro de una relación de la dominación y del poder basándose en la diferencia de género; Por lo que este asunto se convierte en un tema de necesidad y urgencia social donde el papel de la justicia está llamado a proteger a las víctimas de forma eficiente, por una parte, y a castigar, con el endurecimiento de las leyes contra todos los transgresores y asesinos de mujeres, por otra. Partiendo por reconocer esa urgente necesidad con una profunda toma de consciencia social, ya que todo este asunto ha pasado de ser un asunto individual y privado a convertirse un grave problema en la sociedad general que está llamado a ser erradicado por los legisladores a los que concierne, sin diferencia de color, pensamiento o militancia.

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