Ediciones Atlantis publica “Persta Invicta Venus”, la novela del autor madrileño Juan Solaz. La novela de ficción histórica invitará al lector a recorrer los recovecos de una vida marcada por el pasado anarquista de su protagonista Argimiro Calasparra.
¿Quién es Juan Solaz?
Juan Solaz es un hombre de 70 años, casado felizmente desde hace más de 45, padre de dos hijos y abuelo de una nieta de quince meses.
Un hombre que siempre tuvo la pasión de escribir o, mejor aún, de contar historias pero que no se atrevió en su juventud a dedicarse a ello y acabó siendo abogado con un desempeño razonable en la Asesoría Jurídica de una empresa constructora de ámbito internacional, lo que le permitió viajar por cuatro continentes y más de sesenta países.
Un hombre que, en sus ratos libres, siguió dedicándose a escribir, a contar historias, aunque fuera para autoconsumo porque le daba bastante pudor, o quizás miedo, el juicio de los demás.
Un hombre que en sus casi seis años de jubilado ha seguido escribiendo, con dos novela acabadas (ésta es la segunda), media docena a medio trayecto y buen número de relatos cortos con los que ha dado la lata a algunos amigos sufridores.
Un hombre que en el umbral de la vejez (parece que ya lo ha traspasado, casi sin darse cuenta) mira el mundo con curiosidad de entomólogo y con bastante escepticismo porque el entusiasmo le cuesta sentirlo y expresarlo, aunque le encante reír y sonreír.
¿Cómo es la evolución de la trama y los personajes?
La trama evolucionó desde la primera idea que dio origen a esta novela: el nombre de su protagonista, Argimiro Calasparra. No escribo nunca con un plan preconcebido; las ideas van apareciendo y con ellas los personajes enganchados unos con otros, como las cerezas. A veces surge la magia y adquieren vida propia empeñándose en hacer cosas que ni me había planteado.
Decidí situar a Argimiro en Heidelberg, en plena posguerra y a partir de él, apenas intuido, me re-monté a su padre, Andrés, exiliado anarquista; a Klaus, amigo de éste, a Uta, su amante compartida, a Gertrud, la abuela adoptiva de Argimiro, a Jürgen, su único amigo, cuyas historias se van entreve-rando en el texto... Luego Argimiro va a la escuela, crece, se hace médico, ejerce su profesión en Heidelberg y desahoga su triste sexualidad con una prostituta polaca, Katrina.
Solitario y misántropo, un buen día le cae literalmente del cielo el amor de su vida: Olalla Riversda-le, una peculiar mujer islandesa con quien tiene una hija y conoce la felicidad. Inesperadamente, un desgraciado accidente le devuelve a su mundo anterior dejándole sin ganas de vivir, de vuelta de todo... Decide entonces abandonar su profesión e irse a vivir a una España que no conoce, al pueblo de origen de su padre en la Castilla profunda, a esperar pausadamente la muerte.
En su solitario refugio castellano, rumiando en la melancolía de sus viejos recuerdos, Argimiro ve invadida sin previo aviso su soledad por la llegada de su nieto pequeño, Udo, a quien ni siquiera conoce.
¿Cómo surgió el título?
El título surgió de una inscripción, “Persta Invicta Venus”, que corona el frente de un viejo edificio aún existente en Heidelberg. Argimiro lo ve en su ida al Colegio y comparte las tres palabras como una clave con su amigo Jürgen. Muchos años después, cuando Udo llega a vivir con su abuelo, el joven repite ese mismo lema que ha visto un día paseando por Heidelberg que queda como una seña de identidad entre ellos.
¿Qué obra has leído, releído y volverías a leer?
Si tengo que mencionar una sola, “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez, entre la mayoría de sus maravillosas novelas. También casi cualquier relato corto de Jorge Luis Borges (cuando los leo, me siento un payaso a su lado intentando escribir). O “Fortunata y Jacinta” y casi todo Galdós; o Tolstoi, o Dostoievski, o Stendhal, o Thomas Mann... O “El Quijote”, o las tragedias de Shakespeare, o los clásicos griegos...
Cada vez me gusta más releer y me decepcionan más los autores contemporáneos. ¡Debo de estar haciéndome mayor!
¿Sigues escribiendo?
Sí; siempre. Participo en un taller de creación literaria con un espléndido profesor que se las arregla para estimular a un pequeño grupo de personas mayores con inquietudes literarias. Escribimos generalmente relatos cortos aunque yo soy más partidario de las novelas largas, de las novelas río y tengo dos o tres bastante avanzadas que siguen rondando por mi cabeza sin que tenga muy claro cómo darles remate. Sin embargo, a veces los relatos cortos me dejan muy satisfecho. El último que me ha dejado un buen regusto, “Una granja en Wisconsin”, de sólo tres páginas, es el desarrollo del final de la película “Blade Runner”. El cine es otra de mis grandes pasiones.
Maravillosa la diversidad de relaciones humanas entre los distintos personajes. Se relatan con una sensibilidad que llegas a vivirlas intensamente como si fueras tú cada uno de ellos. Atención especial a la relación Argimiro - Udo. Y qué decir de cómo el autor describe la forma de ser del protagonista y como llega a transmitir sus pensamientos e inquietudes. Hermosa descripción de un carácter melancólico que inunda al lector. Enhorabuena por la Novela
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