El próximo 17 de septiembre, Ediciones Atlantis presenta Tremealos, una novela de Gabriel Barrios que versa sobre el fin del Ser antropológico, que da paso al ciudadano. Sobre la conciencia del propio grupo enfrentada a la Historia que arrasa con todo. El convulso siglo XX, con sus dolorosos claroscuros, servirá de marco para guiar las andanzas de Julián, personaje real y literario al tiempo, en busca de su identidad, inmerso en el peligro de verse alejado de sus raíces en un intento de interpretar su pasado.
¿Qué hay de Gabriel Barrios en ‘Tremealos’? Supongo que muchos recuerdos y vivencias. No solo propias sino compartidas. Historias de mis padres y de los padres de mis padres. De varias generaciones que han ido transmitiendo sus conocimientos a los más jóvenes. El sentido de pertenencia a un grupo, duele cuando ese grupo ya no tiene posibilidades de encontrarse a sí mismo.
¿Cómo es la evolución de la trama y los personajes? La trama es como la vida misma. Un cúmulo de aventuras accidentales y de decisiones provocadas por la necesidad. Los personajes luchan contra la pesada marea que es la Historia, en busca de un protagonismo que muchas veces se da por perdido, en favor de los grandes hitos compartidos.
¿Qué se va a encontrar el lector? Creo que se van a encontrar un libro sorprendentemente actual. Aun siendo la trama relacionada con el entorno rural, en tiempos pretéritos, Tremealos tiene la actualidad que la propia vida brinda. Una manera de narrar en primera persona, llena de inmediatez y frescura. Alejado del preciosismo de la novela costumbrista y realista.
4. ¿Tienes algún nuevo reto en mente? Estoy comenzando a perfilar mi siguiente novela “Silver”. Y en breve, espero que vea la luz mi segundo libro de poemas.
¿Qué libro has leído, releído y volverás a leer? Dos, si se me permite el atrevimiento: “El lobo estepario”, de Hermann Hesse, y “El desierto de los Tártaros”, de Dino Buzzati. Aunque el Quijote se presta también a muchas relecturas parciales. Difícil elegir uno, la verdad.
La dedicatoria del libro es: “Al niño, al salvaje, al poeta”. ¿Nos podrías contar por qué? Bueno, supongo que el niño y el salvaje son los únicos que retienen intacta su capacidad de sorpresa. Ven el mundo siempre con ojos nuevos y todo supone un incentivo, más allá de la pura pecunia. Recuperar nuestra parte infantil se torna necesario en los tiempos que vivimos, ya que todo se mide y se pesa, hasta la categoría moral. En cuanto al poeta, este es el único que puede arrojar magia al mundo. Magia auténtica, me refiero. No pequeños trucos sensoriales de luces y sonido. La magia del poeta son los cambios profundos, que dejan siempre poso en el alma.
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