Queridos amigos de Ediciones Atlantis, cuando J me
propuso ejercer como jurado en los Premios Isla de las Letras de nuestra
editorial, en su modalidad “Novela histórica”, pensé que sería tarea fácil. Me
entregaría unas cuantas obras regulares y yo no tendría más que elegir la menos
mala, y para ello quizás me bastase con leer unas páginas de cada una, en
seguida procedería a cerrar cada volumen hasta encontrar una que destacase un
poco sobre los otras.
Dejando aparte la cuestión de si ese planteamiento
resultaba ético o no, me di cuenta en seguida de lo equivocado que estaba, los
cinco libros que me envió la editorial eran todos excelentes, de una calidad
muy aceptable, notablemente superior a la de los primeros tiempos de su andadura.
Y sí, la selección ha sido muy dura, las cinco me han
gustado y algunos hasta enganchado, atrayéndome de una manera que solo las
grandes obras consiguen operar en el lector. Atauriques, de Gómez Jordell, me transportó al misterioso Oriente
de las “Mil y una noches”; La verdad del
bufón, de Lidia Mariño Ventoso, me atrapó en su atmósfera de suspense y me
hizo reflexionar sobre el enigmático Cristóbal Colón; El cuaderno de bitácora, de Joaquín Mongé, sumergiéndome en el Bajo
Medioevo y también en los secretos colombinos, me encandiló con los avatares de su protagonista.
Pero efectivamente, como casi todo en esta vida, ninguna
llegaba a ser perfecta y ello es de agradecer, pues solo así podía alcanzar a
escoger la mejor. Pequeños fallos en cada una las iban restando puntos y de
este modo pude conseguir plasmar una especie de baremo que me ayudó en la
elección.
Además, para lograr una mayor ecuanimidad, envié
fragmentos de las cinco obras a tres conocidos míos, todos profesionales, en un
modo u otro, de la escritura. Ellos debían valorar la técnica literaria de los
concurrentes al premio. No se pusieron de acuerdo en absoluto, dando preeminencia
cada uno a una obra diferente pero situando siempre cerca de los puestos de
cabeza a cierto título.
A esas alturas, terminando ya casi su pormenorizada
lectura, tenía dos candidatas preferentes, la novela que ha resultado ganadora
y Pirro II, de Luís Fernando Ángel
Cuervo. Y casi me inclinaba por esta última, un extenso volumen de 430 páginas
que parecía transportarte realmente a la Edad Antigua , como si el propio autor hubiese
vivido los acontecimientos que narra.
Pero tras mucho recapacitar, me di cuenta de que estaba
dejándome arrastrar por mi subjetividad, me encanta esa época de la Historia y disfrutaba
leyendo la epopeya narrada, pasando por alto cualquier deficiencia, aunque
reconozco que muy pocas tiene.
Realmente, siendo justo, no podía dejar de dar el
premio a esa pequeña obrita de arte, Las
cumbres del silencio, de Josefina Martos Peregrín, únicamente un poco
ligera de páginas, pero que reúne todas las cualidades requeridas por la mejor
literatura. Creo que merece ser promocionada, y que su presencia entre nuestros
títulos y su actual victoria, elevarán enormemente el prestigio de Atlantis, y
por tanto de su equipo editorial y autores. Doy la enhorabuena a su creadora y
también a los otros aspirantes, agradeciendo a los cinco los buenos ratos que
me han hecho pasar.
Un saludo.
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