Ediciones Atlantis presenta 'Ocho colores para una acuarela' del autor Antonio Huerta Galván, una novela acerca de la culpa y la posibilidad de redención hacia uno mismo.
1.- ¿Quién es Antonio Huerta Galván?
Toda mi vida profesional he trabajado en la imprenta. Cuarenta y seis años disfrutando del olor –para mí aroma– a papel, tinta y cola de encuadernación. Actualmente estoy jubilado y, tanto disfruté de mi trabajo, que ahora trato de compensar el tiempo robado a mi familia. Pinto, escribo, y también dedico un tiempo importante a seguir aprendiendo; soy alumno del Programa Interuniversitario de la Experiencia, en la Universidad Pontificia de Salamanca. La verdad es que, si ahora escribo, es gracias al profesor de Literatura de esta Universidad, Óscar Martín Sánchez, que me insistió para que escribiera una novela y aquí estoy. El año pasado me concedieron el primer premio de relato corto que todos los años organizan la Fundación Vargas-Zúñiga y Pérez-Lucas y la Universidad Pontificia de Salamanca.
2.- ¿Nos resumes tu novela Ocho colores para una acuarela?
Es una novela cuyo relator y personaje principal tiene que hacer frente a una situación muy comprometida a la que se ve forzado a aceptar por un suceso que marcó su vida. Un yerro que cargó de hierro su alma y ahora le obliga a cometer algo de lo que no está convencido. Pero gracias, precisamente al medio que le ayudará a llevar a cabo esa misión, podrá eliminar esa carga tan enorme que ha llevado a hombros durante casi toda su vida. Consigue, por fin, eliminar o, mejor dicho, evitar lo que hizo y, de esa manera ser feliz... en su propia persona, pero no en él mismo. ¿Realmente podemos evitar algo que hicimos hace muchos años? Alberto lo consigue, pero... ¡a qué precio!
Y todo esto a través de una serie de peripecias pintadas con ocho colores, y la correspondencia que estos colores tienen con los ocho pecados capitales... sí, ocho fueron los primeros pecados capitales, porque la tristeza así fue considerada: un pecado capital. Fue un pecado estar triste, y debería seguir siéndolo. El final de esta novela es triste. Feliz pero, paradójicamente, muy triste. Hay muchas paradojas en esta novela... como en la vida.
3.- Tu novela, además de ser muy divertida, es también bastante profunda. ¿Cuáles son los principales temas que has querido tocar expresamente en esta obra?
Yo no diría divertida, si por divertido entendemos alegre, festivo y de buen humor. Diría que es una novela muy ágil y, sobre todo, creo haber logrado no vender papel. Me explico: no me gustan las novelas de novecientas páginas que no dan para más de trescientas en un cuerpo once. Es profunda en cuanto al análisis del comportamiento de los distintos personajes y las situaciones que, como he dicho antes, he remarcado con ocho colores y ocho pecados capitales; no olvido la tristeza. Pero la profundidad tiene que ser compatible con la transparencia. Lo profundo y oscuro queda oculto y, por tanto, inútil.
En esencia: el hombre siempre considera que tiene razones más que suficientes para ser Dios: juez y verdugo... y no es así. También hay que saber perdonarse. Es lo más importante para saber perdonar.
4.- ¿Cómo describirías tu estilo como escritor?
Intento escribir utilizando un castellano sencillo, modesto y llano. Soy lector incondicional de Delibes, de Torrente, de Unamuno, a quienes tengo como ejemplares. En definitiva, me alejo de la prosa cursi, pedante y rebuscada.
5.- Como lector, ¿qué tipo de novelas son las que más te interesan?
Como decía, los autores españoles de la órbita de Baroja, Delibes, Torrente Ballester, Unamuno, Cela. Me gusta la ficción histórica. Lo paso bien con la novela distópica: Orwell, Huxley, Evgeni Zamiatin, Anthony Burgess, King. Últimamente me voy inclinando poco a poco hacia el ensayo. Pero, tiene gracia, cada vez que leo una obra compleja, a continuación me desengraso con una novela de Julio Verne. Me encanta, reúne muchos buenos principios en sus obras. Creo que a escribir se aprende escribiendo y leyendo con atención lo que los grandes han escrito.
6.- ¿Cuál es la última que has leído?
Precisamente La naranja mecánica, de Burgess. Es un libro alucinante. Me ha sorprendido, aunque me haya dejado mal cuerpo.
1.- ¿Quién es Antonio Huerta Galván?
Toda mi vida profesional he trabajado en la imprenta. Cuarenta y seis años disfrutando del olor –para mí aroma– a papel, tinta y cola de encuadernación. Actualmente estoy jubilado y, tanto disfruté de mi trabajo, que ahora trato de compensar el tiempo robado a mi familia. Pinto, escribo, y también dedico un tiempo importante a seguir aprendiendo; soy alumno del Programa Interuniversitario de la Experiencia, en la Universidad Pontificia de Salamanca. La verdad es que, si ahora escribo, es gracias al profesor de Literatura de esta Universidad, Óscar Martín Sánchez, que me insistió para que escribiera una novela y aquí estoy. El año pasado me concedieron el primer premio de relato corto que todos los años organizan la Fundación Vargas-Zúñiga y Pérez-Lucas y la Universidad Pontificia de Salamanca.
2.- ¿Nos resumes tu novela Ocho colores para una acuarela?
Es una novela cuyo relator y personaje principal tiene que hacer frente a una situación muy comprometida a la que se ve forzado a aceptar por un suceso que marcó su vida. Un yerro que cargó de hierro su alma y ahora le obliga a cometer algo de lo que no está convencido. Pero gracias, precisamente al medio que le ayudará a llevar a cabo esa misión, podrá eliminar esa carga tan enorme que ha llevado a hombros durante casi toda su vida. Consigue, por fin, eliminar o, mejor dicho, evitar lo que hizo y, de esa manera ser feliz... en su propia persona, pero no en él mismo. ¿Realmente podemos evitar algo que hicimos hace muchos años? Alberto lo consigue, pero... ¡a qué precio!
Y todo esto a través de una serie de peripecias pintadas con ocho colores, y la correspondencia que estos colores tienen con los ocho pecados capitales... sí, ocho fueron los primeros pecados capitales, porque la tristeza así fue considerada: un pecado capital. Fue un pecado estar triste, y debería seguir siéndolo. El final de esta novela es triste. Feliz pero, paradójicamente, muy triste. Hay muchas paradojas en esta novela... como en la vida.
3.- Tu novela, además de ser muy divertida, es también bastante profunda. ¿Cuáles son los principales temas que has querido tocar expresamente en esta obra?
Yo no diría divertida, si por divertido entendemos alegre, festivo y de buen humor. Diría que es una novela muy ágil y, sobre todo, creo haber logrado no vender papel. Me explico: no me gustan las novelas de novecientas páginas que no dan para más de trescientas en un cuerpo once. Es profunda en cuanto al análisis del comportamiento de los distintos personajes y las situaciones que, como he dicho antes, he remarcado con ocho colores y ocho pecados capitales; no olvido la tristeza. Pero la profundidad tiene que ser compatible con la transparencia. Lo profundo y oscuro queda oculto y, por tanto, inútil.
En esencia: el hombre siempre considera que tiene razones más que suficientes para ser Dios: juez y verdugo... y no es así. También hay que saber perdonarse. Es lo más importante para saber perdonar.
4.- ¿Cómo describirías tu estilo como escritor?
Intento escribir utilizando un castellano sencillo, modesto y llano. Soy lector incondicional de Delibes, de Torrente, de Unamuno, a quienes tengo como ejemplares. En definitiva, me alejo de la prosa cursi, pedante y rebuscada.
5.- Como lector, ¿qué tipo de novelas son las que más te interesan?
Como decía, los autores españoles de la órbita de Baroja, Delibes, Torrente Ballester, Unamuno, Cela. Me gusta la ficción histórica. Lo paso bien con la novela distópica: Orwell, Huxley, Evgeni Zamiatin, Anthony Burgess, King. Últimamente me voy inclinando poco a poco hacia el ensayo. Pero, tiene gracia, cada vez que leo una obra compleja, a continuación me desengraso con una novela de Julio Verne. Me encanta, reúne muchos buenos principios en sus obras. Creo que a escribir se aprende escribiendo y leyendo con atención lo que los grandes han escrito.
6.- ¿Cuál es la última que has leído?
Precisamente La naranja mecánica, de Burgess. Es un libro alucinante. Me ha sorprendido, aunque me haya dejado mal cuerpo.
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