Antonio Castillo: “Ediciones Atlantis”, ese pequeño gigante

¿Ediciones Atlantis? Para mi no hay otra. Conocí la empresa en el año 2004 0 2005, cuando andaba buscando editor para mi primera novela, “Cercle. Al otro lado de los Pirineos”. Ya no me acuerdo como di con ella, supongo que a través de Internet, que ya por aquellos años hacía sus pinitos, y desde luego no fue la única que visité. Me acerqué a unas cuantas, tampoco muchas, de las que había entonces en Madrid especializadas en publicar a noveles, pero esta fue la que más me gustó. Descarté de entrada a las grandes editoriales pues había leído muchas cosas negativas de ellas, como esa de que la mayor parte de los manuscritos van a un cajón del que ya no vuelven a salir si no es para ser plagiados. No sé si será del todo cierto, pero cuento con el testimonio de un pariente próximo para saber de primera mano que algo hay de ello.


La editorial que luego resultaría elegida era muy chiquitita por aquel tiempo; disponía de un diminuto local, apenas un empleado visible aparte del editor, y habría publicado a lo sumo docena y media de títulos, hoy creo que suma más de seiscientos si no me equivoco. Calculo que llevaría un año de rodaje o poco más.

Pues me encantó, tenía un no se qué muy prometedor, aparte de la amabilidad del editor, J, al que muchos supongo conocéis, y su empleado, por entonces un tal Pablo. Hasta su logotipo me encandilaba.

Inmediatamente resolví confiarle a él mi “criatura”. Ya sabéis de lo que hablo, ese hijo, o hija, fruto de nuestros desvelos creativos, esa obra que, sobre todo al principio, consideramos la mejor del mundo, y no sin razón porque lo es. Cualquier obra humana de carácter artístico es única y merecedora del mayor de los respetos y admiraciones, tanto del propio autor, como de todos los demás miembros de la especie humana. Sí, yo estaba, y sigo estándolo, completamente enamorado de mi obra; no en el mismo sentido que de mi pareja, por supuesto, pero en otro parecidamente intenso.

Desde el momento en que tomé mi decisión, me alejé definitivamente de las otras editoriales pequeñas visitadas, como dije no muchas, y me concentré en tratar de conseguir los favores de aquel empresario. Estaba seguro de que mi novela merecía la pena y de que además ese joven editor apostaba fuertemente por los autores noveles. Y no me equivoqué. 

Contraprestaciones las había entonces, como las hay en todas las editoriales del mundo, grandes y pequeñas, no os dejéis engañar, pocos autores os van a confesar que han pactado de algún modo con el editor, pero pactan. Quitemos seguramente a los personajes mediáticos del tipo que sea y los fuera de serie con prestigio reconocido, que son exactamente unos cuarenta en este país (escriben bien varios miles, no lo olvidéis). 

Mi primer libro se publicó en el 2007 y tarde un tiempo en librarme del mis sueños de grandeza, pero acabé despertándome, el éxito no llegaba y tampoco las merecidas y apetecidas ganancias. Sufrí un desencanto como escritor, aunque nunca achaque el fracaso a mi obra, era buena, muy buena, y sí estuve tentado de culpar a la editorial, pero con el tiempo me di cuenta de que esta funcionaba aceptablemente bien, como cualquier otra, o hasta mejor que muchas, lo que fallaba era el mercado.


Mi libro no se vendía, y por tanto prácticamente nada me podía liquidar la editorial, porque la gente, para empezar no leía ni lee, y los que leían y leen, que son minoría, lo hacían y hacen siguiendo los dictados, entiéndase títulos recomendados mediante poderosa publicidad, del poder económico y empresarial, asociado por supuesto con las grandes editoriales, las mismas que copaban ese mercado e impedían por ejemplo que mis novelas o las de mis compañeros estuvieran en la mesa de novedades de las librerías importantes.

Y luego el panorama empeoró, con la llegada de la crisis (de esta crisis perfectamente diseñada), porque incluso la gente que leía dejó de comprar libros, era más llevadero sacarlos de la biblioteca o, por qué no, piratearlos.

Visto lo visto, y que la mayoría de los escritores estamos condenados a la inanición, no a causa de que nuestra obra sea peor que la de los dichosos privilegiados que triunfan, me alegro por ellos, sino porque el ahorro en el capítulo de publicidad y el mejor control de las mentes por parte del poder, requiere una unificación de la oferta, una reducción de títulos y de autores. “¡Por favor, todo el mundo tiene que leer a este autor, que como ya es conocido no tengo que divulgar, y este preciso título, pues si hago cien mil gano más por unidad que si hago solo mil de cada. En fin, el sistema Ford aplicado a la cultura y al arte.

Pero no sé que hago contándoos todo esto que ya sabéis de sobra, volvamos a Atlantis. Amo a mi editorial, la que publicó mis queridas novelas, precisamente por esto, no porque me haya compensado económicamente mi esfuerzo-no ha podido hacerlo aunque sin duda sus gestores hubieran deseado cubrirme de oro- sino por que me ha proporcionado la ocasión de convertirme en escritor, en escritor consagrado, con títulos publicados y distribuidos, más o menos, por toda España, y custodiados en las más importantes bibliotecas del estado, empezando por la Nacional. Porque me ha premiado con un importante galardón literario; porque me ha dado la oportunidad de codearme con otros buenos escritores, incluso de merecido renombre, y aportar mis textos a varias antologías de relatos cortos, alguna traducida a otros idiomas, a las que concurrí con ellos. Hablo nada menos que de Espido Freire, Rafael Reig, Ouka Leele, Luis Eduardo Aute, Rocio Tizón, Emilio Porta, José Cabrera, Eugenia Rico, Gabriel Monte Vado, Victoria Vázquez, José Vaccaro, Borja Castellano, Carmen Baena o Javier Alcayna, etc, por citar solo unos pocos del impresionante elenco de escritores relacionados de alguna manera con Ediciones Atlantis.

Yo recomiendo a cualquier escritor novel, y también a los ya consagrados, que, por supuesto poniendo antes los pies en la tierra respecto a lo que esperan alcanzar, confíen sus obras a esta editorial. Creo que, por poco que pongan de su parte, no quedarán defraudados. Ahora bien, no nos olvidemos de que con la crisis de por medio es muy difícil, cada vez más, llegar a buen puerto, sin embargo seguramente disfrutarán del viaje.

Publicado en www.escritoresatlantis.com

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