1.- ¿Quién es David Vaquerizo?
Nací en Madrid, en 1964, estoy casado y tengo dos hijos. Mi vocación y profesión militar y mi pasión por las montañas, me han ofrecido el mejor marco posible para viajar, conocer otras miradas y asomarme a otras perspectivas de la realidad. En suma, sé que soy soldado, montañero, marido y padre, bueno ahora ya abuelo. Pero, la cuestión es saber qué pretendo ser. ¿Escritor? ¿Lo soy ya? Decídmelo vosotros.
2.- Señalas tu vocación militar y tu pasión por la montaña como una influencia decisiva en tu vida. ¿Esta influencia repercute también de alguna forma en tu faceta literaria?
Sí, claro. Es innegable que mi profesión e inquietud, el amor a la lectura y la curiosidad, me han proporcionado la oportunidad y las herramientas para dejar constancia de las aventuras vividas y de mi entusiasmo por la escritura, a través de artículos, cartas personales, diarios, ensayos o tratados más técnicos. Me enfrento ahora al reto con este mi primer libro.
3.- Háblanos de tu novela, ¿qué van a encontrarse los lectores?
En “La Cuesta de los irlandeses”, Deivid nos relata en primera persona sus anécdotas en el transcurso de un viaje por Irlanda para tratar de aprender la lengua de Shakespeare. En ocasiones divertidas, en otras desconcertantes o incluso grotescas. Sus aventuras nos aproximan a un país y a sus gentes, trazando un retrato honesto, que quizás no se ajuste a la realidad, pero es su sincera percepción, por supuesto influenciada entonces por sus preocupaciones, intereses y circunstancias, y hoy por la propia nostalgia.
Pero es también, o pretende serlo, una historia de superación, de capacidad para adaptarse a una realidad siempre cambiante, de afrontar miedos y complejos, contada de forma jocosa o eso ansía. Finalmente es -¿por qué no?- “un relato de amigos auténticos y fieles”. En todo caso, que el lector saque sus propias conclusiones.
4.- ¿Cómo y por qué surgió la idea de la que nació La cuesta de los irlandeses?
Todo se gesta durante las largas jornadas pasadas en la montaña. Allí, compartes experiencias y muchas horas con compañeros, camaradas de verdad, de esos en los que depositas una confianza ciega pues tu vida pende de una cuerda que ellos sostienen; y durante esas jornadas, para animar los momentos difíciles o entretener el crepúsculo tomando un café al amor de la lumbre, surge el rito ancestral del relato.
También echas mano de ellas durante las largas noches de servicio en la milicia, atemperando la dureza de la guardia, alegrando la espera de la patrulla que partió o animando el alto de esta última antes de un asalto, verdadero o ficticio.
Y es pues, que de tanto relatar historias, pensé en dejar constancia de ellas. Así fue.
5.- Esta historia tuvo lugar hace ya algunos años ¿Cómo fue el proceso creativo de la obra?
Cómo, creo que ya quedó explicado. Más bien se trataría de cuándo surge la oportunidad, y aquí, mi falta de originalidad es abrumadora pues fueron la pandemia y la reclusión quienes me ofrecieron la ocasión. Es verdad que, cuando todo volvió a la “normalidad” la realidad se impuso y el proyecto quedó relegado, pero la semilla ya estaba germinando.
6.- ¿A quién dirías que está dirigida especialmente? ¿A qué lectores?
A nadie en particular y a todos en general. No sé. A quien le guste sonreír, pasar un momento divertido. A personas que sean alegres, los tristes, abstenerse.
7.- ¿Qué te impulsa a escribir?
Utilizando el subterfugio que me concede la añoranza, mi propósito al escribir es recuperar pequeñas historias que arranquen la sonrisa del lector. Divertirme al recordar, disfrutar al escribir las remembranzas e imaginar vuestras sonrisas al leerlas. “Vanidad de vanidades” según apunta certero el Eclesiastés. Egoísmo puro, no hay más.
8.- ¿Qué lugar ocupa la literatura en tu vida? ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?
Ocupa un lugar muy importante entre mis pasiones -entendidas como apetito de algo o afición vehemente-, junto a disfrutar de mi familia y mis amigos, compartir con ellos tiempo y conversación, mi vocación militar, la lectura, la montaña y el deporte.
Sí, como pasión que es, implica una necesidad y todas reclaman de mi tiempo y esfuerzo permanentemente. Quiero decir que sí, siempre estoy escribiendo, una carta, unas notas, un diario y, por supuesto, relatos. Siempre llevo conmigo una libreta en que anotar mis pensamientos, alguna idea que me asalta, el título de un libro que quiero leer o la letra de una canción que escucho en la radio. Ahora mismo, estoy terminando mi segunda novela.
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