La violencia abusiva, por Gómez Jordell

Tal como se ha venido denunciando en las últimas dos décadas, uno de los mayores problemas sociales es el de la violencia de género. Esta forma de violencia, así como aquélla que se acomete contra cualquier persona que no estuviera en situación de defenderse, como niños u hombres adultos en inferioridad física hacia su agresor, representa no sólo un abuso sino también un escalofriante desafío hacia la razón de ser de todas nuestras instituciones, que tienen o deben tener el objetivo de neutralizar las asimetrías relacionales o, cuanto menos, relativizar su importancia.

El agresor denunciado por violencia de género no sólo está aprovechando su situación de fuerza sino también los sentimientos humanos, que le juegan como aliados porque a menudo la víctima no denuncia o reniega de tomar respuesta en tanto en cuanto aún ama a su agresor. Servirse de esta manera de los sentimientos humanos y golpear aprovechándose de una mayor corpulencia es un acto punible y despreciable que merece aunar toda nuestra fuerza para combatirlo. La sociedad debe solidarizarse y progresivamente concientizarse de estos atentados contra la dignidad humana. No hemos progresado tanto para seguir cayendo tan bajo, y en este sentido debe avanzar el hombre.

Tengo la suerte de disponer del altavoz que me concede Ediciones Atlantis para poder decir que toda forma de violencia es detestable y censurable, pero más aún cuando ésta se perpetra contra personas sin la capacidad de defenderse, bien sea por dependencias sentimentales o económicas, por no ser portadores de una suficiencia física que equipare a la víctima con su agresor, o incluso por encontrarse en situación de inferioridad debido al uso de instrumentos que la priven de movimiento o incluso por encontrarse en soledad frente a un colectivo de bárbaros.

Nosotros vivimos en un país que ha avanzado mucho en el valor de su conciencia social, como podemos observar en los logros de responsabilidad medioambiental, que sin embargo todavía no son plenos. Pese a todo y lamentablemente, la violencia abusiva continúa trasgrediendo la opinión pública al cebarse contra personas en situación de inferioridad. Violencia machista, violencia racista y violencia en abuso de la dependencia legal y económica podrán leerse en el relato Loto negro con el que un servidor ha colaborado en este fabuloso proyecto de Ediciones Atlantis: darle una voz social a la magia de la literatura. Tratemos de convertir esa magia en realidad y no nos convirtamos en lectores pasivos.

Gómez Jordell.
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