La opinión de Ramón Valls Bausá: "Ahí radica la gracia de Jota y, consecuentemente, de Ediciones Atlantis. Que se puede contar con él y todo el equipo"


Con toda seguridad que mi opinión sobre Ediciones Atlantis va ligada a mi relación con José Domingo Álvarez —en adelante y como le gusta llamarse, J.—, que, como veréis, es algo así como una relación turbulenta en la que, agraciadamente, por mucho que discutamos apasionadamente, nos apreciamos y respetamos y, aún más, nos auxiliamos, ya veréis más adelante cómo.

En primer lugar debo confesar, mejor diré la verdad, informar, ya que es fácil constatarlo en la web de la editorial, que Ediciones Atlantis tiene publicadas seis de mis siete novelas que han pasado o que hay actualmente en el mercado. Aclaremos en este punto que, por los libros vendidos, que son escasos para mi gusto —supongo que a todos los autores les pasa lo mismo—, deben de conocerme no demasiados lectores. Lo que no me desanima, ni mucho menos, pero que sí es relevante para una editorial, ya que viven precisamente de vender libros. Lo que estoy diciendo no es que soy un mal negocio para una editorial, sino un negocio justo, dejémoslo ahí. Dicho esto quede claro que aunque sea el ejemplo de la mayoría de autores editados por Ediciones Atlantis y otros muchos miles editados por otras editoriales, no soy perfectamente desconocido, ya que hay quien se molesta en escribirme para ponerme a caldo y también, para felicitarme, lo que anima mi espíritu.
Pero volvamos a Jota y a mí. Se preguntarán por qué Jota me ha publicado seis novelas y me ha permitido participar en diversas antologías, soportando, en alguna ocasión, discusiones con un servidor que bien merecían me enviaran a paseo a recoger pepino o cocinar berenjenas, aunque quizás él deba aceptar que también existen ocasiones para lo recíproco, que seguro que una tortilla a la francesa sabe hacer. Pues bien, yo creo que lo primero que tenemos que considerar es que él es consciente de las neurosis de los autores por ser, él, autor también. Esa faceta hace que nos entienda aunque no le entendamos a él, ya que no somos editores y no acabamos de asimilar las razones por las que nuestras novelas no aparecen entre las más vendidas, echándole la culpa de nuestros males, siendo las razones obvias, al menos en mi caso. Ni soy mediático, ni me prodigo en lugares que me promocionen, ni tengo potencial económico para una campaña de márquetin, aunque estoy seguro de escribir bastante decentemente. Vamos, que soy una rata de laboratorio de las que gustan de esconderse para hacer aquello con lo que son felices, escribir para estar cada día en esa carrera constante, y que espero que nunca acabe, de alcanzar una buena prosa dentro de unos planteamientos entretenidos y reflexivos que atrapen a los lectores.

Sé de sobra que Jota, con todos sus defectos —no es perfecto, ni mucho menos—, tuvo atenciones hacia mí. Sé de sobras que hasta en su premio literario, del que fui tres veces finalista por méritos propios —quiero creer—, me manifestó su pena por no haberlo alcanzado. Sé de todos sus problemas humanos y sus inquietudes profesionales. Por último sé que dentro de sus posibilidades y contando con las broncas telefónicas o por e-mail que le he regalado, puedo contar con él.

Y ahí radica la gracia de Jota y, consecuentemente, de Ediciones Atlantis. Que se puede contar con él y todo el equipo. Quizás es por lo que desde el modesto programa de radio que emito desde la emisora local del pueblo que resido, suelo presentar preferentemente autores de Ediciones Atlantis. 

Y es que, es justo reconocerlo, Jota me brindó la primera oportunidad de que una historia escrita por mí saliera de mi cajón y llegara a los lectores. Recuerdo aún aquella presentación en la desaparecida librería Catalonia de Barcelona, con un vinito y frutos secos. No lloré, pero poco me faltó. Solo por eso ya le debo casi todo, ya que lo más importante para quien quiere ser escritor es alcanzar ese mundo de la narrativa, en la que entré con mis defectos y virtudes, lo que se hace con la primera publicación y, con suerte, las sucesivas. Hasta cinco más con Jota y Ediciones Atlantis son suficientes razones para no solo estarle agradecido, sino algo más MAYÚSCULO que eso.

Eso sí. Os aseguro que, a pesar de mi agradecimiento, seguiré enviándole a pastar al prado ese en 
muchas ocasiones mientras le doy un abrazo en el que fundimos nuestras almas.

Gracias, J., por ser quien me brindó esa primera oportunidad tan difícil de conseguir.
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