JOSÉ RAMÓN AYLLÓN GUERRERO: "Creo que tanto la memoria como la palabra son siempre camino de libertad y crecimiento."

1.- ¿Quién es José Ramón Ayllón Guerrero?

Una persona amante de los viajes, del paisaje humano, del tiempo compartido con los amigos y de toda manifestación artística, que intenta seguir alimentando la curiosidad para seguir creciendo día a día.

Creo que la poesía es una buena herramienta y un buen camino para teñir y disfrutar intensamente de todo lo anterior, pero la poesía entendida como forma de vida, como una manera de estar en el mundo y de relacionarte con él, al margen ya de que después escribas o no versos.

2.- Háblanos de esta tu segunda novela ‘Castillo de fuego’ 

En realidad, Castillo de fuego es una relectura de mi anterior novela Castillo de tierra, pero esta vez desde la voz de una mujer, Felisa, que era uno de los personajes que aparecían allí. La estructura es la misma, así como el tiempo y los hechos que la vertebran.

Cuando vio la luz Castillo de tierra, tanto los amigos como muchos lectores me hicieron llegar el interés por aquellos personajes y la curiosidad por poder descifrar algunas de las incógnitas que allí se planteaban y que, si no estaban respondidas no era por ningún tipo de trampa narrativa, sino porque tampoco el narrador tenía esas respuestas. Creo que sin ese empujón nunca me hubiera embarcado en Castillo de fuego

El reto en esta ocasión era fundamentalmente encontrar la voz de esa mujer para la que no tenía ningún referente y, por supuesto, dotar a la novela de una entidad, al margen de que el lector conozca o no la novela anterior.

3.- Creciste en un pueblo aragonés llamado Calatorao… ¿alguna relación con el de esta novela que, por cierto, nunca llega a nombrarse?

Por supuesto que sin mi infancia en Calatorao nunca podría haber escrito estas novelas y sí que hay mucho del pueblo tanto en lo que se refiere a espacios físicos como a costumbres que recuerdo y sobre todo a formas de hablar. La historia no deja de ser una historia de ficción, pero no puedo desprenderme de todo lo que sigo llevando en la mochila.

Lo de no darle nombre al pueblo o incluso no dejar claras referencias temporales sí que es premeditado y es una forma de universalizar la historia que, en mi opinión, podría transcurrir en cualquier lugar de este país. En ese sentido, me interesaba mucho más dibujar la atmósfera de una época que no debemos olvidar porque, como he dicho en otras ocasiones, creo que tanto la memoria como la palabra son siempre camino de libertad y crecimiento.

4.- Tienes una sólida trayectoria de poesía. ¿Cuándo y cómo decides dar el salto a la novela?

Pues curiosamente por los años ochenta llegué a la conclusión de que nunca sería capaz de escribir una novela, hasta tal punto que tenía una historia y acabé escribiéndola en verso en un poemario que se titula Con las raíces vueltas hacia arriba que fue premio Águila de poesía.

Hace unos cinco años, que fue cuando salí de la invisibilidad, decidí poner en orden todo lo que tenía guardado en cajones y papeles porque uno tiene una edad y en cualquier momento te puede dar un jamacuco. Entre esos papeles encontré el comienzo de una historia en prosa -sí que había escrito algunos relatos breves- y dudé si romperla, devolverla al cajón o tirar de ella… Así de accidentalmente y con mucho trabajo y esfuerzo surgió Castillo de tierra.

5.- ¿Qué novelistas reconoces como una influencia?

Así como en poesía sí tengo poetas de referencia, no creo poder decir lo mismo de novelistas. Me gustan muchos y he leído mucho y, quieras que no, supongo que todo eso va formando parte de tu equipaje. Pero podría decir lo mismo de cineastas que seguramente me han influido también. De todas formas, sí que es cierto que, cuando ando escribiendo, me abstengo de leer para evitar cualquier tipo de contaminación, aunque sea inconsciente.

6.- La literatura es una actividad indisociable de tu vida. ¿Te encuentras trabajando en un nuevo proyecto?

La verdad es que no soy un escritor que se ponga diariamente delante del papel en blanco. De hecho, acabado un libro, le concedo su tiempo de duelo y paso tiempo sin escribir hasta lograr desprenderme de todo ese tiempo inmerso en un determinado concepto. Con eso y todo, sí que siempre ando bocetando hebras que luego pueden acabar siendo nuevos poemas.


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