Ediciones Atlantis presenta 'El incierto turno de vivir' una novela mayúscula del escritor Modesto Arias Fernández.
1.- ¿Quién es Modesto Arias Fernández?
Nací en Puertollano (Ciudad Real), en septiembre de 1953. He sido profesor de Secundaria, y ya estoy jubilado. Soy doctor en Historia y, con anterioridad, cursé Filosofía y Letras y Magisterio. Estoy casado y tengo dos hijos y dos nietos.
He publicado los libros Sublevación militar, contienda civil y posguerra. España y Puertollano entre 1939 y 1951; La etapa del franquismo en Puertollano (1939-1975); Puertollano durante la Transición Democrática (1973-1983); El pueblo minero y la ciudad industrial (1873-2013), en Historia de Puertollano; La Benéfica. Un modelo de asociacionismo y sociabilidad en Puertollano (1894-2016); Fuentes de energía y su incidencia en el desarrollo demográfico, económico, político y social: el caso de Puertollano (1873-1982), en Historia Natural de Puertollano y el Campo de Calatrava, y el relato Tres cartas de guerra y un epílogo en la paz. Asimismo, soy coautor del libro Sociabilidad fin de siglo. Espacios asociativos en torno a 1898.
2.- Adelántanos algo de El incierto turno de vivir.
El libro refleja la trayectoria vital de Manuel Sopeña durante el período comprendido entre 1915 y 1940 y, de manera mayoritaria, discurre en Salamanca.
Dicho protagonista es un recién licenciado en Químicas al que aguarda un brillante futuro profesional en Barcelona. Sin embargo, con el estallido de la Guerra Civil, en la que participa con el grado de alférez provisional en el bando vencedor, sobreviene un fresco de sueños rotos, situaciones de heroísmo, delaciones, envidia, celos, equívocos y engaños que, una vez descubiertos, provocan asombro.
Todo ello en medio de la pasión que Manuel siente por la madura y sugerente Aurora Velarde y de la infinita atracción amorosa que le provoca la siempre compleja e inalcanzable Victoria Morales.
Finalizada la contienda, Manuel asume el futuro que prevé como profesor de instituto. Es destinado a Zamora, donde entabla relaciones con la dulce y querible Clara Valdés, hija de una de las familias más adineradas de la ciudad. Tienen previsto casarse, pero un cúmulo de circunstancias provoca acontecimientos que una fuerza fatal convierte en trágicos e inevitables.
Debo indicar que, curiosamente, todas las personas a las que entregué la novela para que la leyeran antes de ser publicada han coincido, al darme su opinión, en que se trata de un texto muy cinematográfico.
3.- ¿Cómo surge la historia?
Quería reflejar cómo sucesos, hechos, acontecimientos ajenos a nosotros mismos, que no hemos provocado y de los que no hemos sido arte ni parte, pueden afectar de modo tan intenso al discurrir de nuestra vida. Fue el caso de la Guerra Civil, que originó situaciones inimaginables poco tiempo atrás y que alteraron bruscamente la existencia de una gran cantidad de personas. Entre ellas, como es fácil suponer, y de una manera u otra, la de todos los protagonistas del libro, ya fuesen principales o secundarios.
De igual modo, señalar que si, en 1936, había algo más de nueve mil municipios en España, cada uno de ellos, ya fuese grande, mediano o pequeño, supuso un lugar donde determinadas personas, según su ideario político, podían sentirse seguras o no, así como estar o no expuestas a una dura represión en formas que iban desde la pérdida del empleo, lo que no dejaba de suponer una auténtica tragedia familiar, y que, pese a todo, se podía considerar un mal menor dentro del dramático y terrible contexto que se vivía, hasta penas mayores como el encarcelamiento o la ejecución.
Asimismo, dar forma a los que fueron componentes de un bando que, por ideario, en el fondo, no era el suyo, como en tantos casos sucedió durante el conflicto, pero que no tuvieron más remedio que dejar en el olvido cuando era la propia vida la que estaba en juego.
También mostrar a los que regresaron a la vida civil y a sus ciudades de origen con la aureola del vencedor, donde fueron considerados héroes y se les tributaron homenajes, pero, al mismo tiempo, siendo conscientes de que, en esos tres últimos años, habían perdido y dejado en el camino muchas cosas que ya nunca podrían recuperar. Por un lado, se sentían aliviados y dichosos por haber sobrevivido a una guerra en la que vivieron situaciones límite, pero, por otro, con heridas en su espíritu que ya nada ni nadie, ni siquiera el tiempo, podría curar.
Finalmente, indicar que el destino, esa fuerza a la que se atribuye la determinación inevitable de lo que sucede, en muy frecuentes ocasiones, a veces para bien, a veces para mal, no es algo supuesto o imaginado, sino cierto.
4.- Encontramos influencias de grandes literatos clásicos españoles. ¿Qué papel desempeña la literatura en tu vida?
Como autor, un intento de idear y expresar historias y argumentos. También de explicarlos e interpretarlos. Otra cosa es que lo consiga.
Como lector, una manera de conocer algunas de las infinitas coyunturas y realidades a las que se aboca, o se ve abocado, el ser humano.
5.- ¿Cómo describirías tu estilo como escritor?
Pretendo que, tanto los diálogos, como las descripciones y los análisis de cada una de las situaciones que se plantean surjan en el momento apropiado. De una manera equilibrada, cuando así corresponda, o con predominio de unos sobre otros si la coyuntura a reflejar así lo aconseja. Sobre todo, intento ser claro y conciso.
6.- ¿Nos podrías ofrecer algunos títulos de novelas que te hayan dejado una huella profunda?
Se trataría de una relación muy numerosa. A vuela pluma, puedo citar algunos títulos que se me ocurren, aun sabiendo que, nada más concluir dicha relación, echaré en falta varios que también consideraría imprescindibles.
Entre los que menciono, y sin que el orden necesariamente indique la preferencia, están Juegos de la edad tardía, de Luis Landero; El año de la muerte de Ricardo Reis, de José Saramago; En la orilla, de Rafael Chirbes; Las cenizas del hierro, de Ramiro Pinilla; La Regenta, de Clarín; El cuaderno gris, de Josep Pla; Berlín Alexanderplatz, de Alfred Döblin; La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa; Los enamoramientos, de Javier Marías, y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.
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