Ediciones Atlantis presenta este miércoles en la Asociación de Escritores y Artistas Españoles de Madrid, Los desheredados. El testamento apócrifo de Alfonso XIII, una novela de ficción histórica escrita por el doctor en Periodismo, escritor y licenciado en Arte Dramático por ESAD y MBA por ENAE Business School, José Antonio Ruiz.
«Alucinaciones y fantasmagorías. En el momento mismo que oculté mi rostro detrás de la careta, comencé a tener conciencia
de mí mismo. La máscara estaba debajo de la máscara».
Así comienza la novela Los desheredados, editada por Ediciones Atlantis, un relato contado en primera persona por el loco del pueblo, que se trasviste en el personaje que mejor encarna la desazón inconsolable de todos los desamparados que dejó la España del 14 de abril de 1931 con el advenimiento de la II República.
Los desheredados: España 1931, como si fuera hoy. Esta es la entrevista realizada por Ediciones Atlantis a su autor:
§ ¿Cómo ha sido el proceso creativo de esta novela?
Ha sido un embarazo largo, pasado de cuentas, y un parto interminable como las pesadillas de un muerto, sin anestesia, con unas contracciones uterinas espantosas, a momentos inaguantables, varias vueltas de cordón, el niño de nalgas... En fin, un drama que no se lo deseo a nadie. Si lo sé, me ponen la epidural. Pero cuando la comadrona puso a la criatura bocabajo, le dio un par de azotes y rompió a llorar, desaparecieron de golpe todos los dolores y di por bien empleados los malos momentos. No me pregunte si el niño es guapo o feo para perro de cortijo. Es mi hijo.
§ ¿Qué se va a encontrar el lector en ‘Los desheredados. El testamento apócrifo de Alfonso XIII’?
Un bestiario fantástico de perdedores, desheredados todos, sin salvación posible, que viven al margen del tránsito político, ajenos al destino aciago de la España negra de los capirotes de disciplinantes, cofradía impenitente, procesión goyesca, carnaval atroz, duelo a garrotazos, sinfonía literaria tragicómica, nostálgica, decadente y sobrenatural, camposanto de soledades, de ausencias y de presencias, clamor de silencios estridentes, morgue siniestra donde los vivos conviven con los muertos y viceversa, sin saber quiénes son los vivos y quiénes los muertos. «Septem Verba. Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt» (Las Siete Palabras. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen). Crónicas del desamparo. Reductio ad absurdum.
§ ¿Qué es real y qué es ficción?
No sabría decir dónde termina la realidad y donde comienza la ficción y viceversa; pero sí me atrevería a afirmar que lo ‘real’ es un simple pretexto para contar una historia que desborda el vaso como la locución proverbial.
El mundo sería maravilloso si no perdiéramos nunca la mirada de fantasía del niño que llevamos dentro ni la capacidad de sorpresa. «El mundo era tan reciente –escribe García Márquez en Cien años de soledad-, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».
§ ¿Ha habido alguna parte que te haya costado más escribir o algún momento en el que te hayas estancado?
Cualquiera que escriba con el cuchillo entre los dientes, asume el riesgo de cortarse. Decía Federico Fellini que la creación es una forma refinada de miedo.
de mí mismo. La máscara estaba debajo de la máscara».
Así comienza la novela Los desheredados, editada por Ediciones Atlantis, un relato contado en primera persona por el loco del pueblo, que se trasviste en el personaje que mejor encarna la desazón inconsolable de todos los desamparados que dejó la España del 14 de abril de 1931 con el advenimiento de la II República.
Los desheredados: España 1931, como si fuera hoy. Esta es la entrevista realizada por Ediciones Atlantis a su autor:
§ ¿Cómo ha sido el proceso creativo de esta novela?
Ha sido un embarazo largo, pasado de cuentas, y un parto interminable como las pesadillas de un muerto, sin anestesia, con unas contracciones uterinas espantosas, a momentos inaguantables, varias vueltas de cordón, el niño de nalgas... En fin, un drama que no se lo deseo a nadie. Si lo sé, me ponen la epidural. Pero cuando la comadrona puso a la criatura bocabajo, le dio un par de azotes y rompió a llorar, desaparecieron de golpe todos los dolores y di por bien empleados los malos momentos. No me pregunte si el niño es guapo o feo para perro de cortijo. Es mi hijo.
§ ¿Qué se va a encontrar el lector en ‘Los desheredados. El testamento apócrifo de Alfonso XIII’?
Un bestiario fantástico de perdedores, desheredados todos, sin salvación posible, que viven al margen del tránsito político, ajenos al destino aciago de la España negra de los capirotes de disciplinantes, cofradía impenitente, procesión goyesca, carnaval atroz, duelo a garrotazos, sinfonía literaria tragicómica, nostálgica, decadente y sobrenatural, camposanto de soledades, de ausencias y de presencias, clamor de silencios estridentes, morgue siniestra donde los vivos conviven con los muertos y viceversa, sin saber quiénes son los vivos y quiénes los muertos. «Septem Verba. Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt» (Las Siete Palabras. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen). Crónicas del desamparo. Reductio ad absurdum.
§ ¿Qué es real y qué es ficción?
No sabría decir dónde termina la realidad y donde comienza la ficción y viceversa; pero sí me atrevería a afirmar que lo ‘real’ es un simple pretexto para contar una historia que desborda el vaso como la locución proverbial.
El mundo sería maravilloso si no perdiéramos nunca la mirada de fantasía del niño que llevamos dentro ni la capacidad de sorpresa. «El mundo era tan reciente –escribe García Márquez en Cien años de soledad-, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».
§ ¿Ha habido alguna parte que te haya costado más escribir o algún momento en el que te hayas estancado?
Cualquiera que escriba con el cuchillo entre los dientes, asume el riesgo de cortarse. Decía Federico Fellini que la creación es una forma refinada de miedo.
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