Andrea Sanz: "Uno de los temas centrales de El Debut es precisamente ese choque entre el deseo de alcanzar un sueño y el riesgo de perderse a uno mismo en el camino."

1.- La novela ofrece un retrato muy realista de la industria musical. ¿Te basaste en experiencias reales o realizaste alguna investigación específica para construir este mundo con tanta autenticidad?

Esta novela está hecha de pedacitos de mí. Mi mayor inspiración ha sido Todos quieren a Daisy Jones, de Taylor Jenkins Reid, una historia que captura el ascenso y la caída de una banda de folk rock en los años 70. Me fascinó cómo la autora retrata la industria musical con tanta verdad y emoción, y quise llevar ese mismo realismo a mi propia historia.

Pero, además de la influencia literaria, mi propia experiencia como vocalista ha jugado un papel fundamental en la construcción de este mundo. Durante los últimos cuatro años, he formado parte de una banda universitaria en la que interpretamos canciones de rock y pop, principalmente de los años 80 hasta los 2000. Esa vivencia me ha permitido plasmar con autenticidad no solo el proceso creativo detrás de la música, sino también la dinámica entre los miembros de una banda, la emoción de tocar en directo y los desafíos de compaginar la música con la vida personal.

Es a partir de esos dos mundos —la ficción inspiradora y la experiencia propia— que nació esta historia, en la que un grupo de universitarios con una vida común se enfrenta a una de las decisiones más difíciles de su vida: abandonar un sueño o luchar por él.

2.- Sienna es un personaje con una evolución profunda y llena de matices. ¿Cómo fue el proceso de creación de este personaje y qué aspectos de su personalidad querías resaltar?

Sienna es lo que yo llamo un comfort character. Es un personaje cálido, que acoge al lector y lo invita a formar parte de la historia. Desde el principio, al crearla, pensé en esas cualidades de las personas que hacen que quieras estar cerca de ellas: la amabilidad genuina, la fortaleza silenciosa y la capacidad de iluminar una habitación sin necesidad de ser el centro de atención.

En muchos sentidos, Sienna es una mezcla de mis mejores amigas en un solo personaje, lo que la hace especialmente querida para mí. Pero también tiene partes de mí misma, como la necesidad de enfrentarse a los miedos, la búsqueda de un lugar en el mundo y la importancia de rodearse de personas que sumen, aunque eso implique saltar al vacío sin garantías.

Otra parte esencial en la construcción de Sienna —y del resto de personajes— ha sido la música. Quería que cada uno tuviera su propia banda sonora, canciones que reflejaran su esencia. En el caso de Sienna, me inspiré en temas como Silver Springs de Fleetwood Mac y Uptown Girl de Billy Joel, que encapsulan tanto su sensibilidad como su espíritu resiliente.

3.- La relación entre Ry y Sienna está marcada por la presión de la industria y las expectativas externas. ¿Cómo decidiste el equilibrio entre la atracción real y la imagen impuesta por la productora?

Desde el principio, quise que el cliché del fake dating fuera el pilar central de la relación entre Ry y Sienna. Sin embargo, tener una idea clara no hace que la escritura sea más sencilla, sobre todo cuando el realismo de la historia depende del equilibrio entre la imagen impuesta y la atracción genuina.

Para lograrlo, decidí que su relación comenzara desde la amistad. Quería que, más allá del contrato y de la fachada creada por la productora, existiera un vínculo auténtico entre ellos. De esta manera, su conexión no se basaría solo en la obligación o en la atracción momentánea, sino en un amor que naciera de la complicidad y la confianza propias de una amistad.

A medida que avanzaba en la historia, me di cuenta de que los personajes tenían una fuerza propia, como si ellos mismos decidieran el rumbo de su relación. Sus emociones y conflictos fueron desarrollándose de una manera orgánica, lo que permitió que ese equilibrio entre lo impuesto y lo real se sintiera más natural y creíble.

4.- El final de la novela deja abierta la posibilidad de un reencuentro entre los personajes. ¿Has considerado escribir una secuela o desarrollar más historias en este universo?

¡Definitivamente! De hecho, si soy sincera, ya he empezado a escribir la segunda parte de esta historia. Cuando comencé El Debut, mi idea inicial era darle un final más cerrado. Sin embargo, a medida que avanzaba en la escritura, me di cuenta de que había muchas más cosas que quería explorar: los conflictos sin resolver, el crecimiento de los personajes y los desafíos que aún les quedaban por enfrentar.

Por eso, decidí dejar un final abierto, no solo para dar espacio a la imaginación del lector, sino también para permitirme continuar con la historia en una segunda parte. En esta nueva entrega, los personajes se reencontrarán en un contexto diferente, con nuevas oportunidades y dificultades, lo que me permitirá profundizar aún más en sus relaciones y en la evolución de la banda.

5.- Benji Cole representa la cara estratégica y manipuladora del mundo del espectáculo. ¿Cómo construiste este personaje y qué mensaje querías transmitir con su papel en la historia?

Benji fue otro de esos personajes que decidió su propio camino mientras lo escribía. Desde el principio, quería que se presentara como alguien carismático y aparentemente confiable, el tipo de persona que sabe cómo ganarse a los demás con su astucia y seguridad. Sin embargo, a medida que las dinámicas entre los personajes se desarrollaban, su papel evolucionó hasta convertirse en el productor tirano que termina siendo.

No se puede hablar de Benji sin mencionar a Charlie. Ambos representan dos caras opuestas dentro de la industria: Benji encarna la ambición desmedida, el enfoque en los resultados y el control a toda costa, mientras que Charlie simboliza la pasión por la música, el disfrute del proceso creativo y la confianza en que el talento y el esfuerzo encontrarán su propio camino. A través de ellos, quería explorar ese dilema entre la imposición y la vocación, entre la necesidad de éxito inmediato y el amor genuino por el arte.

6.- El Debut explora el dilema entre perseguir los sueños y sacrificar la identidad personal. ¿Qué mensaje esperas que los lectores extraigan sobre el éxito y la realización personal?

Uno de los temas centrales de El Debut es precisamente ese choque entre el deseo de alcanzar un sueño y el riesgo de perderse a uno mismo en el camino. A través de los personajes, quería mostrar cómo el éxito no siempre es sinónimo de felicidad, y cómo, en muchas ocasiones, el precio a pagar puede ser demasiado alto.

Espero que los lectores se lleven el mensaje de que el éxito no debería medirse solo en términos de reconocimiento o logros externos, sino en la capacidad de mantenerse fiel a lo que realmente importa. A veces, la realización personal no está en llegar a la meta más alta, sino en encontrar un equilibrio que permita disfrutar del proceso sin dejar atrás quiénes somos.

Al final, El Debut es una historia sobre la búsqueda de la identidad en medio del caos, sobre aprender a trazar el propio camino en un mundo que siempre exige más, y sobre descubrir que, a veces, la verdadera victoria está en no perderse a uno mismo

7.- El estilo narrativo es ágil y envolvente, con diálogos naturales y descripciones vívidas. ¿Cómo trabajaste la estructura y el ritmo para lograr esta fluidez en la lectura?

Desde el primer momento, supe que uno de los retos clave sería crear una historia que fuera dinámica, pero que también tuviera profundidad emocional, de modo que no se fuera superficial o apresurada. La clave estaba en encontrar un balance entre la rapidez del ritmo y la necesidad de desarrollar adecuadamente a los personajes.

En noviembre, tuve la suerte de participar en un taller de escritura dirigido por la autora Myriam M. Lejardi, autora de novelas como No confíes en Asher Hall o Hellfriend, que marcó un antes y un después en mi enfoque narrativo. En este taller, aprendí a organizar mejor mi escritura y la importancia de crear escaletas detalladas. Estas escaletas me permitieron no solo organizar las escenas, sino también gestionar el flujo de la historia, asegurando que cada momento tuviera un propósito en el desarrollo de los personajes y la trama. Fue una manera de tener un mapa claro, pero al mismo tiempo dejar espacio para la creatividad durante la escritura.

Por otro lado, soy una lectora empedernida de romance joven adulto, por lo que el proceso de escritura también fue influenciado por mis propias expectativas como lectora. Sabía qué detalles valoro en una historia: diálogos frescos y naturales que aportan a la relación entre los personajes, momentos de tensión que se sienten reales y, sobre todo, una conexión emocional que hace que el lector se sienta parte de la historia. Quería que, al igual que yo cuando leo, los lectores pudieran sumergirse rápidamente en la historia, sintiendo que cada escena tiene peso y que los personajes no son solo figuras, sino personas con las que puedes conectar a través de sus conversaciones, sus silencios y sus emociones.

La parte de los diálogos fue especialmente importante. Dado que los personajes pasan mucho tiempo interactuando entre sí, era esencial que las conversaciones fueran espontáneas pero cargadas de subtexto. Esto requería una cuidadosa atención a las voces de los personajes, asegurándome de que cada uno tuviera una manera única de expresarse que se alineara con su personalidad y circunstancias. 

 En cuanto a las descripciones, quería que fueran lo suficientemente vívidas como para que el lector pudiera visualizar los escenarios y sentir el ambiente, pero sin sobrecargar la narración. Busqué un equilibrio en el que el detalle aportara al mundo sin que la historia se sintiera detenida por exceso de información.


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