Ediciones Atlantis presenta 'Tres faldas, un cupcake y una caja de prozac', una novela urbana, escrita por la autora madrileña Gabriela Arciniega Fernández, muy fácil de leer, con diálogos coloquiales, sentido del humor, historias de amor y desamor y risas en ocasiones, que no se queda en la superficie de las cosas, ocultando un gran trasfondo.
• ¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela?
Surgió por la llamada a mis puertas de mi niña interior reclamando ser oída. Escribía en la infancia y perdí esa forma de expresión y de realización creativa, ya que mi vida profesional fue por derroteros mucho más fríos: las finanzas. Fue al nacer mis hijos cuando mi mundo interior, muy rico, lleno de color y de cosas que contar, buscó una forma de emerger… pudo haber sido la danza, el arte dramático, pero lo que nació fue mi primera novela para público adolescente “Carlos y los devorasueños” y con ella las semillas para una segunda, ya que aunque no se publicó sí vieron cierto potencial en mí a explotar. Esta segunda en concreto se fragua después de una tarde de café con dos amigas; nuestras charlas desenfadadas, anécdotas, problemas, alegrías, tristezas, incluso vínculos y casualidades del destino (las madres de dos de nosotras habían muerto en el último mes), llevó a la idea de hacer una novela femenina acerca de la amistad y los lazos que aunque no de sangre, sí nos unen a lo largo de la vida… de alguna o de otra manera.
• ¿Qué hay de Gabriela Arciniega en ‘Tres faldas, un cup cake y una caja de prozac’?
Ninguno de los personajes soy yo, aunque Laura, la narradora, lo haga en primera persona porque consideré le daba más fuerza a la historia, pero sí hay parte de mí en ellas y en los mundos en que se mueven. Tengo el título de profesora de Yoga y Meditación, nunca he ejercido como tal, pero me apasiona la disciplina y me ha venido fenomenal para superar etapas difíciles… para mí es un tesoro. Comparto con ella su sensibilidad e incluso cierto sexto sentido, me considero muy perceptiva. A Clara, cada vez que pienso en ella me entran ganas de abrazarla… me encanta el mundo de la restauración porque es absolutamente creativo, explosión de aromas y colores, con el que se hace feliz a la gente… aunque yo no soy gran cocinera. Comparto la torpeza en determinados momentos, que hace que atraiga situaciones rocambolescas. Con Berta, además de la pasión por la moda (para mí vestirme es alegría y forma de expresión, por eso suelo usar mucho tonos vibrantes) tengo en común lo tenaz que es cuando quiere conseguir algo, el no rendirse… soy muy luchadora. Lo que no comparto son las maneras, intento siempre respetar al prójimo.
• ¿Qué has querido transmitir con el título?
El título es un cajón desastre un poco loco y por ello su elección está hecha adrede… si no, pues imaginad lo poco que tiene que ver una falda, con un cupcake, con una caja de prozac… pero eso es lo que quería transmitir, el caos de mundo en el que estas tres mujeres se ven sumergidas, cada una con lo suyo y todas patas arriba. También habla un poco de mi propio proceso creativo de “cabecita loca” en el que mezclas los ingredientes en la olla a presión y sale esta historia. Por otro lado cada palabra identifica en algo a uno de los tres personajes o al momento vital que atraviesan.
• La historia nos cuenta un lío de faldas ¿Estamos ante una novela romántica divertida y fácil de leer o hay un trasfondo que has querido transmitir?
La historia es todo menos superficial y fácil. Suelo jugar con los dobles sentidos y la ironía, empezar de una forma y parecer que va a ser una novela frívola (en el prólogo parto de una clasificación del tipo de mujeres que nos podemos encontrar, para inmediatamente desdecirme…) y no serlo. Una de las cosas que quiero transmitir en el trasfondo precisamente, es que muchas veces ni las cosas ni las personas son lo que parecen, y que juzgar es tarea de tontos, o de osados, ya que hay que ponerse en los zapatos de los otros, saber que detrás de cada cual hay una historia… y quizás por qué no, un niño asustado. También conciencia acerca de enfermedades como la ansiedad o la depresión, para las cuáles siempre hay salida. El precio del éxito es el motor de la trama, una trama de suspense que en el fondo no es más que una excusa para ir quitando capas de cebolla a personajes que sangran por fuera y por dentro.
Aun así la novela es muy fácil de leer, con diálogos coloquiales, sentido del humor, historias de amor y desamor y risas en ocasiones.
• ¿Alguna anécdota que nos quieras contar?
Los personajes que he creado han llegado a cobrar tanta vida dentro de mí, sobre todos las tres centrales, en mi día a día, que muchas veces me sentía acompañada por ellas aun estando sola. Me preguntaba ¿Qué haría Laura en esta situación, o Berta, o Clara? Soy ya una adicta a ellas. Eso es porque las considero muy reales, verdaderas, muy de carne y hueso… nada planas.
Por otro lado a modo de anécdota, los sucesos que han ocurrido este año en Hollywood con los escándalos y casos de acoso a actrices, han puesto, sin yo pretenderlo, mi novela de plena actualidad. No hay mejor momento para leerla que éste. También series tan famosas como “Stranger Things”, que he visto este año, y entre otras cosas hablan del control mental como nexo común, la dotan de interés aunque el argumento central nada tenga que ver.
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