Javier Bodas, autor de 'Victoria también era esto': "En la novela los personajes hablan sin pudor de todo aquello que hoy parece que no se quiere hablar"

Ediciones Atlantis presenta este martes en Madrid,  'Victoria también era esto', una novela políticamente incorrecta escrita por el autor Javier Bodas Ortega, que narra, de forma peculiar, la historia de una familia originaria de un pueblo de Toledo, desde la Guerra Civil hasta los últimos años del franquismo, en diferentes planos, ofreciendo un gran contenido simbólico y numerosas propuestas de reflexión.

VICTORIA TAMBIÉN ERA ESTO es tu segunda novela y tu cuarto libro publicado. ¿Qué la hace única y diferente? 
La hace única porque habla de la vida, y más bien, del compromiso con la vida, pero especialmente de la búsqueda del sentido de la vida. De aquello que toca al corazón del hombre. 

Y también la hace diferente porque en la novela los personajes hablan sin pudor de todo aquello que hoy parece que no se quiere hablar, o se prefiere no hablar y mirar para otro lado cuando salen algunos temas de discusión. Porque hay grupos de amigos, y de WhatsApp, que ya deciden no hablar ni de política, ni de la iglesia, ni de religión, ni de la guerra civil, ni de la muerte, ni del dolor,… Los personajes entran de lleno en estos temas a veces tabúes, desde la óptica de los propios personajes, y de su propia realidad o experiencias vividas. Desde lo más íntimo. 

La hace diferente porque los personajes viven o experimentan las circunstancias derivadas de una guerra civil, una post guerra y un fin de una dictadura en confluencia con un Concilio Vaticano II, y su influencia en la Iglesia española y los movimientos católicos de la época. 

¿Cómo surgió la idea para escribir esta novela? 
Cuando empiezo a escribirla tengo una idea inicial de tres o cuatro líneas narrativas. La vida rural de una familia, antes, durante y después de la guerra civil, la emigración de los años cincuenta a la capital, el compromiso social o político a partir del despertar de las conciencias que el Concilio Vaticano II propicia en las organizaciones católicas tradicionales. 

Cuando vas escribiendo, indagas sobre el tema y descubres hechos o circunstancias que al comenzar a escribir no dispones, la narración deriva entonces por otros caminos bastante inesperados al principio. Y es como si los personajes toman, o quieren tomar, vida propia, más allá de lo que uno ha pensado sobre ellos. 

¿Qué elementos autobiográficos podemos encontrar en la misma? 
Se pueden vislumbrar fácilmente varios elementos autobiográficos como serían los escenarios rurales y algunos urbanos, por una parte. Y por otra parte, varios personajes cercanos que actúan en distintos escenarios experimentando realidades y circunstancias de la vida, de más dureza en unos casos, como la muerte de seres queridos, o del dolor, como el descubrimiento del amor y la belleza, o hasta conversiones de personajes al descubrir o enfrentarse a circunstancias especiales que lo sorprenden, y desde entonces le hacen ver la vida con una mirada distinta tras esos descubrimientos o experiencias más trascendentes, y lo transforman. Y además lo quieren contar. Tienen necesidad de compartir su experiencia vital. 

El encuentro de personajes con otros en su camino a los que seguirán y cambiarán su vida, o el entierro de un hijo, serían ejemplos puntuales. O disparar contra alguien por primera vez. O encontrar el lugar del enterramiento de un familiar, tras una vida entera. O hasta descubrir la verdad tras la hojarasca del ruido exterior. O “Nunca más servir a Señor que pueda morir”, por ejemplo. 

¿Cómo consigues hilar el juego de representaciones entre la vida real, la obra de teatro y la misma película? 
Esta es una de las cosas que sobre la marcha tiene uno que reorganizar debido a los datos que se disponen al principio, mucho menores que los que van surgiendo en la vida de la novela de casi seis años. En el esquema original solo había un libro robado cuyo contenido se proyecta en el cine. Es incompleto, pues se roba antes de terminar de escribirlo como borrador, y no salen narraciones de interés descubiertas con posterioridad. Alguien lo tiene que contar. Es la actualidad, ¿o no? Por otro lado hay personas que han influido mucho en la vida de otras que a veces se quiere hablar con ellos, pero, no están, han muerto. Que escenifiquen su vida, o lo que han sido, es una opción, o que dialoguen con quien ha vivido experiencias significativas o vitales con esa persona, es otra posibilidad de saldar la deuda, o de recuperar el valor de esas experiencias. El teatro presta esa función haciendo entrar en escena a personas vivas con otras que no lo son. Así se les otorga un papel en escena que permite interaccionar con la propia vida, o con personajes de la vida real. No es fácil pero creo que da juego. 

¿Hay alguna escena que destacarías? 
Sí, varias. El nacimiento emotivo y dramático a la vez del hijo de un personaje principal de dieciocho años. O las confesiones de alguien que ha matado, una sola vez, que lleva esa muerte a sus espaldas de por vida y que siente no haber pagado aún por ello. O las tomas de decisiones trascendentes que pueden crear mala conciencia de por vida. O el encuentro de una familia que visita en el hospital a un hijo, un padre y un novio, poco antes de morir. Y el entierro posterior de ese hijo con la presencia de sus padres lejos de su tierra. O las vivencias de un abuelo y un nieto juntos, en los primeros descubrimientos del color y del olor de la naturaleza, en el campo, en la tierra que los ve nacer. O los miedos y las obsesiones a ser detenidos por razones políticas, en una sociedad pre democrática, junto con las vivencias y compromisos derivados de esa situación. O las vivencias causadas por el dolor o las limitaciones físicas de algunos de los personajes, que no les limita a disfrutar de la vida, plenamente, ni de su belleza, ni de sus posibilidades, como si ese dolor o limitación, ni siquiera existiera, creando a su alrededor un espacio de esperanza que no todos los que les rodean pueden comprender. 

¿En qué rincón del mundo te perderías? 
No puedo perderme. “No soy quien quiero todavía”. Del poema BREVE CURRICULUM de mi libro Poemas de adviento… entre canciones de esperanza. Espero que se comprenda por qué lo digo al leerse el poema, que sigue. 

BREVE CURRICULUM 

Nací en la puerta del desencuentro 

A la luz de la cara oculta de la nube que me arropa 

Tuve miedo a la palabra 

No escrita 

Sobre estelas de corrientes voladoras 

Y frescas 

De los años no vividos. 

Vivo en la esquina del mirar y de la espera 

No soy quien quiero todavía 

Ando por caminos de penumbras 

Voy hacia la casa del sosiego 

Gano cuatro cantos 

Y aún, sueño. 

J. Bodas 

16/04/18 

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