Luis Enmanuel: "Mario es la representación crítica de una época. Nunca me he visto inclinado a escribir sobre la evasión; olvidando así, que la evasión existe; y es utilizada constantemente por la juventud."

Ediciones Atlantis presenta 'Tanto que decirse' del joven escritor Luis Enmanuel, una novela urbana cruda y nihilista que nos habla de las más arraigadas emociones humanas. 

1.- ¿Nos podrías hablar del argumento de ‘Tanto que decirse’?
“Tanto que decirse” es una novela urbana, cruda e incómoda que narra las vivencias de un joven con problemas psiquiátricos. A través de un diario que él mismo va desarrollando, relata algunos aspectos, esencialmente de los últimos años de su vida, que le llevaron a la situación en la que se encuentra en estos momentos. Sus experiencias no son muy diferentes a las de cualquier joven de su edad; más bien, lo que le distingue es la forma de hacerles frente. Nos encontramos ante una persona permanentemente ensimismada, demasiado autoconsciente; lo cual es, por otro lado, un mal frecuente en nuestros días. Mario (¿su verdadero nombre?) vive obsesionado por sus carencias, más que por lo que tiene. Desde niño tuvo problemas para relacionarse, pero lo que para muchos otros es un obstáculo y nada más, para él se convierte en un muro infranqueable que llegará a definir toda su existencia y la manera de encarar la vida y, por supuesto, las relaciones personales. La novela engatusa, pues es el propio Mario el narrador principal. Así entraremos en el juego de alguien que esquiva sus responsabilidades más básicas y se escuda siempre en el victimismo.

2.- Háblanos un poco de Mario, que es quien, mayormente, lleva el peso de la historia.
Mario es la representación crítica de una época. Nunca me he visto inclinado a escribir sobre la evasión; olvidando así, que la evasión existe; y es utilizada constantemente por la juventud. Ha sido un error por mi parte que quise corregir en esta novela. Podríamos hablar sobre el bombardeo constante de la prensa, o el retraso al Medievo que Internet nos ha traído, incluso de las relaciones humanas, que, en mi opinión, han sido las más afectadas; pero todo caería en un mismo saco: el de la total indiferencia por todo y por todos. Esto nos ha llevado a dos extremos: la frialdad  y la cursilería; ambas nocivas y ambas representadas por un mismo personaje.  No voy a pretender que la novela no tiene algo de mí. Al fin y al cabo, yo vivo en este siglo y padezco algunas de las taras que Mario dice tener. 

3.- Nos ha gustado el título, sin desvelar mucho acerca de la novela, ¿qué significado encierra?
Es un reflejo de muchas situaciones. Uno tendría, por ejemplo, mucho que decirle a su amigo o a su pareja, pero ya sea por golpe social o por incapacidad no puede.  El título abarca un doble sentido  a tener en cuenta: Tanto que decirse a uno mismo y Tanto que decirse entre nosotros. Hay un poemario llamado “El arte perdido de la conversación”, de cuyo título nació el mío. Aunque, como he dicho antes, exista  la autoconciencia entre los jóvenes falla, por otro lado, la capacidad de conocerse y de conocer a otros. 

4.- La imagen que de ti podría ofrecer la novela es la de una persona pesimista. ¿Es así?
No creo. Me considero positivo en muchos aspectos: tengo esperanza en el futuro, creo en la amistad, en el romance, y tengo proyectos en los que pretendo avanzar como artista y como líder. Ahora, también me enorgullezco de tener un ojo crítico, considerando que hay  mucho que criticar en este país: el sistema educativo,  el extremismo ético, el arte, el concepto de familia, de amistad y de romance. No sé cómo será mi forma de ver el mundo en el futuro, ni tampoco si perderé con el tiempo el optimismo de la juventud. Lo que sí sé es que hablar - como he hablado en esta novela- y luchar por ello no está fuera de mi alcance.

5.- ¿Qué autores te han marcado más como lector?
Siempre he tenido afecto por los escritores  del siglo XX: Americanos como Vargas Llosa, Walt Whitman  y Juan Rulfo, y de mi patria adoptiva como Pio Baroja, Machado, Lorca y Sor Juana Inés de la Cruz. Aún así,  Eliseo Alberto -novelista cubano-mexicano- ocupa el puesto como  máxima influencia. Sin él mi interés por escribir se había retrasado años. 

6.- ¿Cuál es el último libro que has leído?
“El señor presidente”, de Miguel Ángel Asturias.

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