¿Quién es Pasqual Vidal?
Pasqual Vidal Verdú, nació en Onil (Alicante) en 1.956, está casado y tiene una hija. Por motivos personales tuvo que dejar los estudios y ponerse a trabajar una vez cursó COU, si bien esto no fue obstáculo para que siguiera dedicando el tiempo libre a la lectura y a escribir relatos cortos y lo que fue su gran frustración, la poesía. Esta última peculiaridad de su vida es lo que quizá le dio ese gusto por “masticar las palabras”, saboreando en cada lectura las alegorías, metáforas, giros…
A finales del siglo pasado entabla amistad con un profesor de literatura extremeño que se interesó por sus escritos y éste, tras leer una carta dirigida a su “hijo” cuando Pasqual y su esposa creían que ya había sido concebido. Le pidió poder leer más escritos suyos y le solicitó permiso para utilizarlos como comentario de texto en sus clases. Esto acabó por convencerlo de pasar al relato grande, la novela.
¿Qué se va a encontrar el lector en ‘El destino se llama Gabriel’?
En “El destino se llama Gabriel” el lector puede encontrar un relato con una intriga que va in crescendo, salpicado todo él de revelaciones místicas, amor, terrorismo, homosexualidad… y una multitud de caminos de realización personal de los distintos personajes que acaban por converger para dar un sorprendente final. Final que supone el principio de una nueva perspectiva en el enfoque de las relaciones humanas.
¿Te inspiró para la trama alguna persona o alguna situación en particular?
La obra parte del correo tenido con su amigo cacereño, en el que solía hacerle diversas crónicas de acontecimientos como el de su estancia en la ópera en Barcelona. Esta crónica y un relato inicial que fue una petición hecha por la hija de un amigo para una obra basada en la Alhambra de Granada y Boabdil son las tramas paralelas que se fueron entremezclando y conformaron las bases para construir la escaleta que sirvió de armazón para la novela.
En un principio jamás pensó ni de lejos en su publicación, incluso dudaba de ser capaz de finalizarla, pero animado por la hija de su amigo pudo continuar hasta el final y darle la razón a Vanessa en que cada escritor tiene su propia forma de llegar al lector.
¿De dónde nació ese afán de escritura?
Sus bases literarias se hunden en los clásicos, sintiéndose especialmente influenciado por los personajes femeninos. Pero no hablamos de mujeres hermosas, ni la mujer fatal, la seductora, la adultera… La fascinación viene por la mujer valiente y digna. Tres ejemplos de las lecturas que lo llevaron a esa fascinación son, Marianela de Benito Pérez Galdós, Juanita la Larga de Juan Valera, y sobre todo La Tía Tula de D. Miguel de Unamuno, a la que hace referencia en su novela. Sus primeras lecturas al pasar del tebeo al libro fueron básicamente leer y releer a Julio Verne. Más tarde llegaría Agatha Christie, pero la verdadera revolución fue el encuentro, primero con el romanticismo y las Rimas y Leyendas de Bécquer. Son los años de la juventud en que incluso fantasea con tomar vinagre para adquirir la palidez de los románticos. Pero esto acabará con una sola lectura, un pequeño relato. La Rama Seca de Ana María Matute será el detonante que lo lleve a la literatura más actual.
Comienza a leer también novelas de autores extranjeros, siendo Morris West su autor preferido, de hecho se podría encontrar cierta similitud entre su novela y la de West “Los Bufones de Dios”. Pero se da cuenta que no sabe cómo escriben los autores ingleses, sabe cómo son y cuáles son sus historias, por lo que decide leer básicamente autores en castellano o catalán, salvo grandes autores mundiales como pueden ser Albert Camus o Ken Follet. En él han dejado profunda huella escritores como la ya nombrada Ana Maria Matute, J.J. Benitez, Alberto Vazquez Figueroa, Angeles Caso, Dolores Redondo, Joan Maragall, Clara Isabel Simó, Mercé Rodoreda, Enric Valor, Salvador Espriu y su grandísimo icono Vicente Andrés Estellés.
En la actualidad se encuentra ultimando su segunda novela y comenzando a trabajar la escaleta de una nueva narración.
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