La noche es la gran protagonista de los siete relatos que conforman este libro. ¿Qué se esconde tras este título?
Se esconden dos novelas cortas y cinco relatos que intentan reflexionar sobre lo contradictorio de la condición humana, sobre la debilidad que nos caracteriza, de nuestro miedo a la soledad y de lo difícil que resultan las relaciones personales y amorosas. Sin olvidar el humor, porque también lo hay, estas historias van directas a intentar explicar por qué somos seres insatisfechos, y por qué esto parece que nunca tendrá una solución. Y todas los relatos están ambientados en la noche, porque me interesa mucho el mundo nocturno, creo que en ella suceden los hechos más relevantes de nuestra vida. Las madrugadas son un espejo claro y sin filtros en el que nos reflejamos como realmente somos. Por eso la noche es tan peligrosa como también puede ser tan agradable y salvadora.
¿Tiene algo en común con ‘Saber moverse’, tu anterior libro publicado en Ediciones Atlantis?
Se podría hablar de varios puntos en común porque en ambos libros está todo mi estilo y mi mundo literario. Pero creo que el mayor, o el más importante, es que todos los personajes protagonistas, o casi todos, de los dos libros son seres muy débiles que buscan sin descanso una seguridad y una tranquilidad, un refugio, que parece que no existe para ellos. Son seres desorientados, muy sufridores, que viven en una duda perpetua. La realidad les pasa por encima una y otra vez, y hasta pueden parecer por momentos caricaturas. No comprenden lo que les rodea y no saben tampoco muy bien cómo actuar: son personajes muy humanos.
¿Te sientes identificado con algún personaje literario?
Podría decir varios. Pero me quedo con dos muy característicos que pueden definir no solo mi literatura, sino también mi propia vida de alguna manera, aunque no del todo, claro. El primero sería Henry Chinaski, el personaje protagonista de muchos textos de Charles Bukowski, que es un trasunto del propio escritor, y que se trata de un offsider, un casi vagabundo que vive su propia vida a su manera, estando ajeno a la sociedad, entre los despojos y los desperdicios humanos que la sociedad norteamericana no quiere ver y que esconde. Es un personaje muy libre, provocador, brutal por momentos, pero lleno de humanidad y ternura. Es, para mí, la imagen icónica de lo que debe ser un creador: alguien enteramente libre, crítico, viviendo ajeno a presiones, sin imposiciones de ninguna clase, y tomándose muy en serio su obra y su oficio porque es su manera de estar en el mundo, de mirar el mundo.
El segundo, y no me alargo, sería Gregorio Samsa, el personaje de La metamorfosis, de Kafka. Un personaje existencialista y absurdo, casi una caricatura surrealista, al que unas circunstancias inexplicables le van anulando y le van trasformando en un insecto, en un monstruo. Una realidad que no comprende va acabando con él.
Y podría decir alguno más, pero sería extenderme demasiado.
¿Quién crees que disfrutará más con su lectura?
Yo escribo siempre para todos, para todo el público, para todas las edades. Obviamente no son libros para niños o adolescentes, pero creo que a partir de los 18 años, puede interesar a cualquiera. Es verdad que escribo para mí, pero también para todos los lectores, las dos cosas van unidas. Tengo muy presente al lector, en el hecho de que hablo de temas que a todos nos interesan, y siempre con un estilo muy sencillo y muy claro, porque quiero llegar a todos ellos, ya sea emocionándoles o haciéndoles reflexionar, pero comunicarme siempre con él. Porque, para mí, la Literatura, el arte, aparte de otras cosas, es comunicación.
Si pudieras cambiar algo en este mundo a través de tus relatos, ¿qué sería?
Ojalá pudiera lograr con ellos que el mundo fuera más humano, más sensible, más comprensivo con el otro. Que la ternura y la sonrisa fueran los valores a seguir, enterrando la maldad que hay en todos los corazones de la gente. Ojalá mis relatos lograsen un mundo menos frío y terrible, menos competitivo, que funcionase a la altura del corazón. Un mundo en el que las segundas oportunidades fueran posibles, una realidad. Un mundo en el que mirar a los ojos de la gente no provoque miedo.
Muchísimas gracias por la entrevista. Me han parecido estupendas las preguntas. ¡Un fuerte abrazo!
Gracias por tu sinceridad y ofrecer un punto de vista regenerativo. Volvamos a reconocer lo mas simple de la vida: una sonrisa, un gesto y quizas esto traiga regeneracion y progreso hacia un mundo mejor.
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