Enrique Jordán: "Abrir un libro es siempre escapar con éxito de la monótona cotidianidad."

1.- ¿Quién es Enrique Jordán?

Si tuviera que definirme de alguna manera, sin caer en pretensiones, sería alguien que aun cree en las buenas historias, historias que te hagan vivir experiencias que sería imposible en tu vida cotidiana. Desde temprana edad, pude viajar en globo o adentrarme en la selva con Julio Verne o ser compinche de aventuras de Tom Sawyer, acabar surcando los mares con Stevenson y su Isla del tesoro. Creo que, a partir de ese preciso instante, en el que descubrí las virtudes de la literatura, todas esas historias y esos personajes se quedaron en mí , para siempre, como parte de una mochila que te enseña a comprender mejor todo lo que me rodeaba. Me considero un contador de historias, da igual el formato, con la misma chispa de ilusión que ese niño que abrió por primera vez un libro.

2.- Háblanos de este tu primer libro publicado, El acertijo de Ofir. 

El acertijo de Ofir, fue y es un reto. Se planteo como un desafío técnico, porque se mostraba ante mí , una trama y unos personajes que había que enlazar para que la historia tuviera sentido. Los personajes “vinieron fácil” y considero que fui de la mano de ellos al contar esta novela. Han sido casi dos años de trabajo, dudas e incertidumbres que se solventaban tras cada capítulo. Estoy satisfecho con el resultado final, si en última instancia al lector, —que dispone de la última palabra—, le despertara algún tipo de emoción con los personajes o vibrara de adrenalina con los acontecimientos narrados, me daría por satisfecho. Creo que ese debe ser el fin de una novela, servir de evasión, alegrarte o entristecerte, curiosear el entramado acompañado del protagonista o luchar con valentía con el villano. Abrir un libro es siempre escapar con éxito de la monótona cotidianidad.

3.- Mencionas como lecturas inolvidables las de autores como Mark Twain o Julio Verne. ¿Cuáles consideras tus maestros?

He tenido grandes influencias como los citados, sin desdeñar a Salgari o Stevenson. En mi vida adulta, llegó a mis manos las novelas de Arturo Pérez Reverte y quedé fascinado, sus historias casi puedes “olerlas” y sigo aprendiendo mucho de él. También citar a Fernando Gamboa, sus primeras novelas me adentraron en un carrusel de aventuras y desafíos, es ahí cuando me enamoro perdida e inexorablemente de la novela pura de intriga y aventuras. En un profundo ejercicio de humildad profesional, a menudo, recurro a los que lo hicieron anteriormente verdaderamente bien, y de ellos aprendo y construyo, papel y lápiz en mano.

4.- Te interesan los misterios y leyendas que se encuentran diseminadas por la geografía española. ¿De qué manera te ha influido esto en tu novela?

Desde muy jovencito formo parte de un grupo llamado: “Misterios y Leyendas” del que soy cronista y cocreador junto a mis padres. Recorrí el sur de España buscando aquellos lugares abandonados que encierran algún enigma. A la hora de ponerme a construir El acertijo de Ofir, intente “cederle” a Arturo Novoa, el protagonista, esa curiosidad que te hace salir de casa y seguir tirando del hilo, una prominente inquietud por querer saber que hay más allá. En este caso, el protagonista se embarca en un viaje improvisado por medio mundo, en busca de respuestas, desconociendo por completo, si detrás de la maraña de incertidumbres, se guarda alguna verdad.

5.- ¿Cómo definirías, lo más brevemente posible, una novela como El acertijo de Ofir?

Un billete sin retorno hacia lugares desconocidos. Una historia absorbente hasta el final. Una conjunción entre la novela clásica de aventuras y un contexto y unos personajes completamente actuales.

6.- ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Metido de lleno en la segunda parte de El acertijo de Ofir, donde se abren viejas heridas del pasado. Un cierre y una “posible” despedida hacia unos personajes que me han aportado muchísimas cosas. Revolotean en mi cabeza decenas de aventuras más, pero solo el tiempo dirá. ¡Nos vemos entre las páginas!

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