1.- ¿Quién es Antonio Ignacio Molina Marín?
Soy doctor en historia antigua por la Universidad de Murcia. Me he especializado en Alejandro Magno y la antigua Macedonia, aunque también en la concepción geográfica del espacio en la antigüedad. En general todo cuanto tiene que ver con Grecia es de mi interés. Soy profesor desde hace años en distintos institutos en la Comunidad de Madrid. También ayudo a editar y publicar la revista Karanos: Bulletin of Ancient Macedonian Studies, que es la única publicación completamente dedicada a los estudios macedonios.
2.- Te apasiona la fantasía y sin embargo Fría y oscura venganza nos recuerda más a la novela negra.
Ambos son géneros que me gustan mucho. Ambos son géneros que están presentes por igual en la novela. Fría y oscura venganza comienza siendo como has dicho una novela negra, con los tópicos y clichés típicos de su género. Sin embargo, al introducirse el segundo arco argumental, pasamos a otro estilo que es el de la novela histórica, centrado en el genocidio sefardí de Tesalónica durante la II Guerra Mundial. Ambos están delimitados por un espacio geográfico muy claro y conectados a través de un diario. La novela negra ocurre únicamente en Madrid y la histórica en Tesalónica. No obstante, no son historias ajenas entre sí. Ambas están unidas y avanzan conjuntamente. A veces incluso la acción y los acontecimientos son similares, pese a los setenta años que las separa. Se ha hecho de esta forma para que el lector no abandone ninguno de los relatos y sólo se centre en uno de ellos. Algo antes de la mitad de la novela, se introduce un giro de la mano de un nuevo arco argumental, que pese a tener un marcado carácter histórico, tiene desde el principio un toque fantástico y tenebroso que hace intuir al lector que las tres historias deben estar conectadas, de alguna forma, más allá de la marca que se ha encontrado en los cuerpos. Es esta parte la que podría enmarcarse en el género fantástico. Al final los tres arcos argumentales se unen y avanzan a la vez. Se juega mucho con la combinación de acontecimientos en el pasado y en el presente, pero creo que en ningún momento resulta confuso y que al final de la novela todos los enigmas que se le han presentado al lector quedan resueltos en la medida de lo sensato, pues a mí personalmente nunca me ha gustado un libro que me lo dé todo masticado y resuelto, ya que de lo contrario no me supone un esfuerzo.
3.- ¿Qué van a encontrarse los lectores en tu novela?
Bueno, un poco de todo. Hay una historia de amor entre Petros Charisteas y Deborah Molho. Por otro lado, hay intriga y emoción propia de una novela negra. Además, hay un gran número de alusiones literarias a otros libros, gracias a la enorme pasión por la lectura de los personajes. Todos ellos ansían leer o que les lean, no son ajenos al encanto de la palabra escrita. Alguno de ellos, como el personaje histórico Johannes Pohl, es un obseso de los libros judíos, aunque su único objetivo sea quemarlos. Es la contraposición más pura y posible a Nico Charisteas, un bibliófilo y un hombre desencantado del mundo. En cierto modo, es un libro de libros y todos conforman un maravilloso laberinto que explica parte del título. Finalmente, se le ofrece al lector un hecho impactante como fue el exterminio del pueblo sefardí durante la Segunda Guerra Mundial. También he querido adornar la novela con una pequeña dosis de humor, que quizás algún lector no encuentre apropiada dada la gravedad de los hechos que se describen aquí. Pido disculpas por adelantado.
4.- Eres doctor en Historia Antigua, con algunas publicaciones relacionadas con la figura de Alejandro Magno, y sin embargo, la historia de Fría y oscura venganza nos habla de unos hechos que tuvieron lugar durante la II Guerra Mundial, aunque, eso sí, en Grecia. ¿Cómo y cuándo surge la idea de esta historia?
Es cierto, debe parecer un tanto curioso, por no decir contradictorio, pero tuve la suerte de tener dos muy buenas maestras, Alicia Morales Ortiz (UMU) e Inmaculada Pérez Martín (CSIC), que me hicieron ver que había otra Grecia más allá de la Época Clásica. Por ese motivo estudié griego moderno en mis distintas estancias en la Universidad de Tesalónica y me enamoré de esa lengua. Conozco muy bien los orígenes de la ciudad, también su evolución en época bizantina y otomana. Tengo amigos allí con los que me gusta hablar de su pasado. Sin embargo, nunca olvidaré la primera vez que visité La Plaza de la Libertad de Tesalónica. Allí se pueden ver varias fotografías de lo que hicieron los nazis a los sefardíes durante el Sábado Negro, el 11 de julio de 1942. No tenía ni idea de esa historia y de inmediato quise saber más. Pregunté e intenté recuperar algún recuerdo oral, pero era un tema tabú y doloroso. Una cosa es aniquilar a un pueblo en un campo de exterminio, en medio de la nada, como Auschwitz, pero humillar a miles de varones sefardíes de esa forma, públicamente y sin disimulo, sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo me sorprendió e indignó por igual. Por otro lado, gracias a mis visitas descubrí que dentro de la ciudad había otra más: Selanik/Salónica, la joya de la cultura sefardí en los Balcanes. Visité el museo judío y la famosa librería Molho y quedé impactado por esa otra ciudad dentro de Tesalónica. Nunca olvidaré la primera vez que escuché hablar ladino de la mano de uno de los Molho. También su música que está muy presente a lo largo de la novela. Tampoco cuando uno de mis profesores en la Universidad de Tesalónica nos dijo que dábamos clase sobre los restos del mayor cementerio sefardí de la historia. He intentado que el libro sea un homenaje a la cultura sefardí y al sufrimiento de este pueblo, que recuerdo a los lectores que desde 2015 tiene la nacionalidad española. Sin embargo, Alejandro Magno y la Grecia clásica también están presentes en la novela, pues mi objetivo último era unir esas dos ciudades en un único relato. Demostrar que la Tesalónica griega y la Salónica sefardí pueden coexistir en un mismo espacio.
5.- ¿Cuánto tiempo te ha llevado escribirla?
Empecé a escribirla en el año 2013, tenía claro el comienzo y el final, pero no sabía que había entre ambos. Tampoco había concebido una trama tan compleja. Distintos proyectos me alejaron de la novela y no pude retomarla hasta 2021. Desde entonces no la he abandonado y he podido terminarla.
6.- ¿Te ha requerido mucha labor de investigación y documentación?
Enorme. Soy historiador y me gusta ser exacto cuando hablo del pasado. Así que todo ha sido más complejo de lo necesario. Si hablaba de una calle de Tesalónica dudaba entre poner el nombre antiguo o el actual; si tenía que describir la ouzerí (taberna de ouzo) de Tsitsanis tenía que saber cuántas mesas había en el local para hacerme una idea del tamaño del mismo. La escena de la visita al cine me costó todo un fin de semana, me empeñé en hacerla creíble, aunque, tal vez, no lo parezca. Así que consulté la programación de la cartelera de los cines griegos durante la ocupación nazi a través de una tesis doctoral escrita en griego moderno. La película que menciono se proyectó realmente en el cine Dionysia en ese período de tiempo, y escogí que la acción tuviese lugar allí porque el sufrimiento y marginación de los gitanos dejaba entrever el que padecerían los sefardíes. Fue tremendamente complicado reconstruir una imagen fidedigna de cómo era el cementerio sefardí. Apenas hay nada, más allá de los trabajos de Michael Molho. Así que me esforcé por recuperar el mayor número de nombres de lápidas que todavía se conservan. En un pasaje, que a mí personalmente me gusta mucho, Deborah y Petros repiten los nombres de los allí enterrados para que sus nombres no caigan en el olvido.
Ha habido otra parte de documentación que me ha exigido menos, la correspondiente con el mundo macedonio y Grecia, ya que la conozco mucho mejor y tengo los libros a mano. También he tenido que mejorar en mi conocimiento de la Divina Comedia, pues es uno de los libros que los personajes utilizan para realizar algunos de los crímenes.
Incluso cuando hablaba del período más cercano, diciembre de 2014, me he sorprendido teniendo que documentarme por algunas pequeñeces. Luego sí, la labor de documentación ha sido importante, no he escrito el libro ex nihilo.
7.- ¿Te interesa la novela negra o te has acercado a ella principalmente como a una herramienta para narrar una historia?
Me interesa mucho, pero prefiero las que combinan el género con lo histórico, pienso en obras como el Nombre de la rosa de Umberto Eco, que es mi libro favorito. También ha sido un instrumento para poder contar tantas historias a la vez. No sé si llamarla herramienta, pero la única forma de narrar todo esto era a través de la novela negra.
8.- ¿Vas a continuar escribiendo novela? ¿Tienes ya alguna idea?
De momento quiero un descanso, soy historiador y lo mío es el ensayo histórico. De hecho, sacaré otro ensayo en breve, pero no descarto volver en el futuro a escribir otra. Al principio fue una labor ardua y muy dura, invertía una tarde para escribir un par de líneas y no veía avanzar el libro. Después a base de autodisciplina comencé a mejorar. Las últimas páginas se escribieron prácticamente solas, a un ritmo frenético, casi como si fuese un lector, y no un escritor, que quisiese encontrarse con el final que tanto anhelaba. Fue casi como si la estuviese leyendo mientras la escribía. Algo raro. Una novela tiene vida propia.
Sí, me gustaría volver a escribir algo en un futuro, tengo ya una idea, que nuevamente se aproxima a la novela negra, pero de momento es sólo una semilla que no sé si va a germinar. Si lo hace y toma forma en mi mente, tengo claro que la escribiré.
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