1.- ¿Quién es Jose Seguí?
No estoy seguro.
Y es que me parece que las personas, los animales, las cosas y otros espectros naturales no somos algo hecho y definitivo, sino procesos siempre cambiantes.
Así, justo en el momento en que digo esto creo, por ejemplo, que pertenezco al género masculino. Pero digamos que dentro de un rato no estoy absolutamente seguro de si seguirá siendo así. Y así —sic— con todo.
Hay por ahí algunos papeles que dicen que nací en la ciudad de Valencia en el año 1956 y que ahora mismo vivo muy cerquita de la misma en un lugar lleno de pinos y pajaritos. Y otros dicen que soy licenciado en Psicología y que tengo estudios en Humanidades y en Doctorado de Psicología Social (sin terminar; me fui antes de que me echaran). A veces, solo por entendernos, dejo que los papeles adquieran carácter de verdad.
2.- ¿Qué nos puedes adelantar de tu última novela El rompecabezas blanco?
¡Ufffffff! Esta pregunta es muy difícil, pero vamos allá.
Es una novela en la que pasan muchas cosas, aunque todo gira alrededor de dos temas fundamentales: el amor y la guerra y con un hilo conductor: el rompecabezas blanco.
A este último lo vamos a dejar en paz de momento. En cuanto al amor y a la guerra habría un montón de formas de acercarse a ellos. Pero en ningún caso pretendo escribir un tratado sobre esos asuntos ni dar lecciones a nadie; esto no es un ensayo ni mucho menos.
Al ir escribiendo van apareciendo líneas narrativas que me gustan, que me parecen interesantes y creíbles y que es posible que también gusten a quienes las lean. Entonces, las voy siguiendo y las dejo hacer enlazando unas con otras por aquí y por allá con el fin de que el conjunto tenga un cierto sentido.
En este quehacer me ayudan «los duendes de la literatura», de quienes he hablado en algún otro espacio, pero que os presentaré brevemente dentro de un ratito.
3. ¿A qué lectores va dirigida?
A todo el mundo excepto —y siempre en función de la moralidad (sea eso lo que sea) de cada cual— tal vez a personas menores de edad. Ya no porque hay mucho sexo (que lo hay, pero al fin y al cabo eso ya lo tienen en internet y en otros muchos lugares), si no porque es probable que no les interese mucho eso del amor o eso de la guerra.
Desde luego que hay que acercarse a su lectura con un cierto cuidado ya que ocurren cosas quizás un poco fuertes (aunque no mucho más que en la llamada «realidad») y además hay mucha política, que eso está muy feo (modo ironía: «on»), si bien no tiene nada de panfleto o similar ni mucho menos.
Eso sí: creo que he conseguido narrar los diferentes sucesos dotándolos de una fuerte carga emocional. Y por eso me permito recomendar su lectura a todo el mundo. Es muy muy muy probable que las personas que la lean se emocionen en más de una y de dos ocasiones. Y eso es bueno y necesario (como diría Platón y creo que, más o menos, le copiaron unos siglos más tarde) y más en un contexto social tan frío emocionalmente como el actual en el que se escriben y venden por cientos de miles tratados sobre inteligencia emocional y similares. ¡Madre mía! Así va el mundo.
Quien no quiera llorar ni sonreír que no lea la novela, que siga controlando sus emociones y dejándose llevar por la ideología dominante que anuncia sin ningún tipo de rubor «el fin de las ideologías». ¡Toma ya!
4.- ¿Cuánto de especulación y cuánto de realismo dirías que hay en tu libro?
Sin despreciar la pregunta ni mucho menos he de decir honestamente que no me muevo en esos términos. La especulación —la imaginación, los sueños, la locura, la rienda suelta de las emociones— es lo mismo que la realidad. Y viceversa.
A este respecto recuerdo con gusto el famoso dicho popular: «La realidad siempre supera a la ficción». Y es que solo tenemos que echar una mirada (un poco crítica, si procede) a nuestro alrededor para darnos cuenta de lo increíblemente imbéciles que son muchas de las cosas que vemos, que pasan. Y casi todas ellas lideradas por personas y organizaciones que se supone que son de lo más listos, inteligentes, guapos y elegantes. ¡Vaya asunto!
Volviendo al libro, pues se mezclan cosas que alguien podría calificar como especulación con otras «realistas». En este último caso diciendo a veces incluso nombres verdaderos o casi, de lo cual excuso totalmente a la editorial. Si alguien tiene ganas de denunciar que lo haga directamente conmigo, aunque le recomiendo que se espere a la próxima novela; tendrá más elementos, je, je, je.
5.- ¿Contemplas el futuro con optimismo o todo lo contrario?
Pues aunque me sabe mal, pero siguiendo con mi línea de honestidad narrativa: con pesimismo, con mucho, mucho pesimismo. Estamos (incluyo, por supuesto, a todo el planeta) en las últimas y cada día que pasa se hace más potente el «Sálvese quien pueda». Y ya todas y todos sabemos quiénes se van a salvar: los ricos y poderosos. Los demás nos estamos yendo a la mierda (nos están enviando ellos) a pasos agigantados.
Pero nos queda el humor. Que la mierda nos pille riendo aunque sea como tontos.
6.- ¿Cuáles son tus mayores fuentes de inspiración a la hora de concebir historias?
Todo.
Pero hace un ratito me refería a «los duendes de la literatura». Pues bien, tengo la rara habilidad de conectar con ellos aunque con ciertas limitaciones: yo no puedo hablar ni preguntarles nada y únicamente se hacen presentes un rato durante muy pocas horas antes del amanecer. Y solo en mi cocina. Si me pongo a escribir en otro lugar no aparecen.
Entonces ellos me lo cuentan todo (todo lo que pasa ahí, sí, en la «realidad») pero de una manera diferente, a su manera, con su estilo, con su sentido del humor o trágicamente. No importa; lo crucial es que me cuenten cuantas más cosas mejor. También todo lo especulativo. Y todas las realidades (la realidad real y la especulativa y otras) están siempre a nuestro alrededor: en la puta calle, por supuesto; pero también en los informativos, debates y otros programas de la tele, en la publicidad, en internet, en la facultad, en la fábrica u oficina, en el hipermercado, en el puti club, en los campos de fútbol, en los cines y en los sitios oscuros que dan miedo.
O sea que eso, mis fuentes de inspiración están en lo que los duendes me cuentan y cómo lo hacen. Y todo es inabarcable, inexplicable y posible. Solo hay que estirar el hilo. Solo hay que dejar que los duendes hablen…
7.- ¿Tienes algún género literario predilecto?
No. Me gustan todos. Bueno, todos no. Han conseguido que huya de la novela policíaca (también llamada negra y tal). Me han sobresaturado. Por supuesto que salvo a los clásicos norteamericanos, a Agatha Christie, a Sir Arthur Conan Doyle y a Patricia Highsmith. Pero lo que se publica ahora… es que no puedo con ello, lo siento.
Siempre me ha gustado el género de terror y la novela gótica. Entre los autores contemporáneos: Stephen King.
Y actualmente devoro una y otra vez toda la obra de Haruki Murakami. Soy tan «fan» suyo que incluso tengo su última novela, The City and Its Uncertain Walls, ¡en japonés! ya que no saldrá traducida al inglés o al español hasta dentro de un año o por ahí y no puedo esperar a tenerla en mis manos aunque no entienda nada…
Entre los autores españoles contemporáneos (alguno lamentablemente fallecido muy recientemente): Carlos Ruiz Zafón, Javier Marías y Juan José Millás.
8.- ¿Cuáles son tus próximos proyectos? ¿Piensas continuar escribiendo narrativa?
¿Proyectos? Muchísimos, por fortuna.
Desde luego, seguir escribiendo. Hace un rato ya he adelantado que tengo una novela ya terminada. Pues bien: no es la única. Pero ya las iré publicando poco a poco.
Y continúo cada día trasladando al teclado lo que me cuentan los duendes y luego, cuando se van a descansar, dando mejor forma o corrigiendo si procede para que sea un poco más comprensible ya que a veces se pasan con su lenguaje supranatural…
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