1.- ¿Quién es Rigoberto Menéndez Paredes?
Soy un historiador y escritor nacido en La Habana en 1963. Me gradué en la carrera de Licenciatura en Historia en la Universidad de La Habana en 1986 y desde 1989, en que comencé a dirigir el Museo Casa de los Árabes, comencé a dedicarme a la investigación de las comunidades de origen árabe en Cuba, interés que posteriormente se fue mezclando con mis añoranzas literarias. En 2007 obtuve el grado científico de Doctor en Ciencias Históricas.
2.- ¿Qué les espera a los lectores de Asesinato en el Bosque de La Habana?
Pienso que les espera, en primer lugar, asomarse a un enigma y acompañar al detective privado de la novela a desentrañar ese enigma. Pero más que eso, y como suele pasar en este tipo de novelas, los lectores conocerán el entramado social de fondo, en este caso, La Habana de los años 40 del siglo XX, su composición cosmopolita, en la que había inmigrantes de todos los continentes integrados al modus vivendi de la ciudad y del país en general. El detective de la novela es un cubano de ascendencia libanesa y con una devoción irrevocable por la comida árabe de la región mediterránea. Pero además es un devoto a la lecturas de las novelas policiales y cree, casi de un modo demencial, en que las novelas policiales son la antesala del comportamiento humano.
3.- Eres Doctor en ciencias históricas, investigador y antropólogo. ¿Cómo das el salto a la novela negra?
Fue un proceso que surgió gracias a la combinación de mis febriles lecturas de novelas de enigma y novelas negras propiamente dichas. Estas lecturas y mi consuetudinaria labor como investigador, me hicieron ver en un momento determinado que era muy enriquecedor utilizar la novela negra como un modo esencial de mostrar el mundo que uno desea, de una forma más placentera y amplia que como se mostraría en un ensayo académico, sin desdorar la importancia didáctica y cognitiva de un ensayo. Desde hace años pensé que mostrar esa Cuba del pasado, esos inmigrantes que se movían con toda naturalidad en la Cuba pasada, podía hacerse a través de un enigma y de la muestra de un fondo social lleno de contradicciones y vilezas. Diríamos que la novela negra es un instrumento interesante para acercar al lector a estos temas. Mi obsesión por la escritura viene de mucho tiempo atrás, incluso la obsesión por decir las cosas de una forma diferente, desde una visión distinta a la de la realidad. decía Ray Bradbury que la vocación de escritor es verdadera si este comienza escribiendo versos en un momento determinado de su vida. Desde mi adolescencia, además de mi pasión por la historia, escribí versos, no con la destreza estética de un poeta, sino con una obsesión por ver el mundo desde un ángulo más irreal y decorado.
4.- ¿Qué crees que tiene la novela negra que atrae a tantos lectores de todo el mundo?
Creo que la novela negra enriquece mucho la ficción porque la aborda, aunque en ocasiones sea solo como un pretexto, desde el punto de vista de la resolución de un enigma. Si a ello sumamos que ese enigma se adereza con un componente social importante y con la fuerza del lenguaje, el lenguaje como el knock out de un boxeador, al decir de Cortázar, tendremos ingredientes válidos para mantener hipnotizado al lector. España es una plaza fuerte de la novela negra actual y si tomamos como ejemplo a uno de los paradigmas de la novela negra española, me refiero a Manuel Vázquez Montalbán, vemos como sus novelas rompen un canon y destacan no solo por la fuerza de lo policial, sino de los no policial. Lees libros clásicos como Los mares del sur o La soledad del manager y puedes estar repasando páginas enteras en las que no solo se habla de la investigación criminológica, sino que te encuentras al detective hablando de las recetas gourmet o a un personaje disertando sobre el sentido de la vida o cualquier tema digno de debate.
5.- Presentas una Habana de los años cuarenta, que creemos muy apropiada para el género de la novela negra. ¿Queda algo de aquello?
Siempre quedan elementos del pasado, el problema es que debe haber siempre alguna persona o institución que lo rescate. Es el caso de La Habana: es posible que muchos edificios ya no existan o que se encuentren en un estado deplorable, pero ahí es donde entra a jugar su papel el legado y la memoria. Inmigrantes de aquellos años ya no quedan, La Habana no es la ciudad babélica de antes, o al menos la ciudad receptora de migrantes que formaban parte de los movimientos migratorios internacionales, pero hay instituciones que tienen la misión de salvar ese patrimonio y lo están logrando de una manera u otra. En mi novela por ejemplo yo hablo de un barrio de los turcos, nunca se llamó exactamente así, pero perfectamente podía haberse nombrado así porque era el espacio donde se asentaron muchos inmigrantes libaneses, palestino y sirios que eran denominados “turcos”, por el pasaporte que portaban al emigrar, cuando los territorios árabes de la zona mediterránea pertenecían al Imperio Turco Otomano. El espacio físico está ahí aun, muy destruido, depauperado, ya no existe el almacén de telas o la quincalla tal o la dulcería o el cine, pero la memoria puede salvarse a través de distintas vías. Y la memoria del inmigrante es importante y me ha servido para armar mis historias. De aquella época también queda la música, que tiene un extraordinario poder evocador y que puede sobrevivir a un edificio o a un barrio, haciéndonos evocar el pasado con todos los condimentos agridulces que tiene la nostalgia.
6.- Eres especialista y tienes varios libros publicados acerca del legado cultural árabe en Cuba, un aspecto bastante desconocido de la isla. ¿Qué puedes decirnos acerca de este tema?
Sí, desde que me gradué en la Universidad de La Habana ya yo investigaba sobre temas árabes y cuando comencé en el Museo Casa de los Árabes de la Oficina del Historiador comencé a interesarme por la investigación de las comunidades árabes en Cuba y también por el legado arquitectónico de la cultura árabe, que es anterior a las migraciones siriolibanesas, y procede de la cultura española. Esa investigación abarcó varias aristas, entre ellas las fuentes orales; en los años 90 del siglo pasado aun vivían algunos inmigrantes originales, de aquellas migraciones que llegaron a mi país en los años veinte y pude recoger esos testimonios, su manera de vivir en Cuba, sus comercios, la educación de sus hijos, la interrelación con el país de acogida. Pero también me dediqué, con el bagaje y la formación que traía de la Universidad, a consultar fuentes primarias, archivos parroquiales, directorios comerciales, libros mercantiles y así reconstruí ese componente étnico de expresión árabe, que en Cuba no solo llamaban turcos, sino también moros. En 1999 publiqué mi primer libro: Componentes árabes en la cultura cubana y ya en 2007, después de graduarme como Doctor en Ciencias Históricas, se me ofrece la oportunidad de publicar, con algunas añadiduras, lo que fue mi tesis doctoral y ve la luz el segundo texto Los árabes en Cuba. Hay un tercer texto, que se publica en España, que se llama Árabes de cuentos y novelas, que es sin dudas un ejemplo de mi pasión por la literatura, pues en él me dedico a inventariar y analizar la obra de ficción escrita en seis países de América Latina que contienen el personaje del inmigrante árabe y relatan la aventura migratoria de las comunidades de origen árabe.
7.- ¿Vas a continuar escribiendo novela? ¿Tienes alguna idea para un nuevo proyecto literario?
Sí, totalmente. Seguiré dedicándome a la novela y de momento a la novela negra. Tengo la idea de seguir desarrollando el personaje central de Asesinato en el Bosque de La Habana como detective privado e hijo de su tiempo, pero tengo también otras ideas, tramas más contemporáneas, aunque la serie del detective Gorayeb seguirá siendo un firme propósito.
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