Ramón Valls: fue hora y media de charla constante y de observación de la magnífica fiesta cultural que es la Feria del Libro de Madrid.

El autor Ramón Valls nos cuenta con exactitud como fue su experiencia en la Feria del Libro de Madrid, donde estuvo firmando ejemplares de su última novela 'Desde lobo gris' y de la antología homenaje a Aute en la que también ha participado 'Giralunas y ficciones para Aute'.

"El domingo 28 de mayo, para mí, fue un día perfecto, aunque andaba yo metido en dos aventuras interesantes y a cual más maravillosa. 

El amigo “J”, ya sabéis, J. D. Álvarez, el editor de Atlantis, me había ofrecido pasarme un buen rato en la caseta de la librería SALAMANCA, caseta que debía encontrar con el número 254 y sita en el hermoso paraje que es el parque madrileño del Retiro. La hora en que debía de hacer acto de presencia en dicho lugar eran las siete de una calurosa tarde.

Bueno, como Madrid está algo lejos de mi domicilio, pensé en que ese desplazamiento lo podía convertir en una jornada épica, para lo que establecí un plan que, a mi edad, puede parecer atolondrado, pero que personalmente me resultaba apasionante.

Pasé la mañana en un pequeño pueblo toledano, Lillo, donde está el aeródromo que, por su presencia en aquel lugar, lleva por nombre Don Quijote, lugar de la mancha toledana en que tiene su base Skydive Lillo. 

¿Qué es lo que hice allí? Templar los nervios y en tándem lanzarme desde 3000 metros para disfrutar de 35 segundos de caída y un descenso en que charlando divisé aquellas tierras donde Alonso Quijano, acompañado de su buen escudero Sancho, pasarón también haciendo de las suyas.

Y llegó la tarde, que ya me cogió en Madrid, establecido mi cuartel general en un céntrico hotel no muy lejos del parque del Retiro. 

Tenía tiempo, así que me dediqué, tras una frugal comida, a recorrer y palpar ese palpitar de una ciudad cosmopolita. Naturalmente a pie, observando cómo el calor crecía y las cervezas servidas en bares y terrazas aumentaban, incluidas las que con mi consorte degustábamos. La plaza del Sol y sus entornos hicieron que perdiera algo el sentido horario del compromiso adquirido con el amigo “J”, así que le llamé por teléfono y hasta tuvo él que orientarme porque incluso con el Google Maps mi atolondrada cabeza no atinaba a encontrar el camino hacia la caseta 254 de la Feria del Libro.

Tras una caminata que siguió sorprendiéndome por la vitalidad (cosa que me sucede siempre en todas las ciudades, yo, pueblerino) de una ciudad ágil y viva como Madrid, entré en el parque y fui hacia la caseta encontrándome con una sorpresa agradabilísima. Justo delante había una terraza bar y yo tenía aún nada más ni nada menos que media hora para cumplir el riguroso horario que el editor me impuso. Así que, bien acompañado de mi consorte y en compañía de “J”, nos sentamos en la terraza del bar y degustamos unas cervezas bien fresca que sirvió para amainar aquella sensación de tórrido calor a la que por estar cerca del mar no estábamos acostumbrados.

Bueno, por fin llegó el momento y allí me coloqué sustituyendo al autor que me precedió. Lo cierto es que a “J” no lo saqué de pobre, pero fue hora y media de charla constante y de observación de la magnífica fiesta cultural que es la Feria del Libro de Madrid.

La gente iba y venía, se acercaba, tomaban los libros, preguntaban, sonreían y proseguían de una caseta a otra, dejando incluso a los niños escoger, con su sabio consejo, aquellos textos apropiados a sus edades. Todo un ejemplo de compartir esta parte importante de la cultura, la literatura, entre la que la narrativa de ficción es tan importante porque distrae al tiempo que provoca reflexión.

Creo, sinceramente, que eventos como esta Feria deberían extenderse a otros lugares de la piel de toro, ya que ver a tantos y tantos pasar interesados por escoger qué leer en las próximas fechas, para cualquier autor es gratificante, muy gratificante.

Por ello, por esa circunstancia tan hermosa que se me permitió vivir, no puedo más que agradecerle al amigo “J” su invitación a participar en un evento tan multitudinario dedicado a esta parte de la cultura en la que sin editores, los que escribimos, poco tendríamos que hacer.

En cuanto a los organizadores, felicidades en mayúscula. Decirles que estaré encantado de repetir en las próximas ediciones".

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